Libro Autor Byung-Chul Han
EDITOR PAIDOS
PRIMERA EDICIÓN 2025
LIBRO RECOMENDADO
Los
saludo afectuosamente. Buenas noches.
Sean
bienvenidos.
Tengo dos Flügel. Lo digo en ambos sentidos de la palabra. Dado que esta velada se está grabando principalmente para mis lectores españoles, debería explicar qué significa el vocablo alemán Flügel. En principio, Flügel se traduce en castellano como ‘ala’, por ejemplo en Flügel des Schmetterlings, ‘alas de mariposa’. Pero la palabra alemana Flügel también significa, como saben, Klavier, en castellano ‘piano de cola’. La verdad es que el vocablo alemán Flügel es más hermoso que ‘piano de cola’. Cola puede tener también el sentido de ‘rabo’ o de ‘parte trasera’. Expresado vulgarmente, piano de cola podría entenderse como ‘piano con trasero’. En francés, Flügel se traduce por piano à queue. También que significa ‘rabo’. Queue de boeuf, de hecho, quiere decir ‘rabo de toro’. En italiano, Flügel se traduce por pianoforte a coda. Coda significa igualmente ‘cola’ o ‘rabo’
El
término inglés equivalente a Flügel es, como todos ustedes saben, grand piano.
Así pues, los ingleses no perciben la bella forma arqueada del piano de cola,
sino solo su tamaño. No consigo encariñarme con el inglés. En su esencia, este
idioma es —me atrevo a decirlo— una lengua económica. Por eso en nuestro mundo,
atravesado de arriba abajo por la economización, todos hablamos exclusivamente
inglés. Ahora entenderán por qué amo tanto el idioma alemán. No es una lengua
económica, sino plenamente poética. Como ya sostenía Theodor Wiesengrund
Adorno, el alemán presenta una afinidad natural con la filosofía. Ustedes
pueden sentirse muy orgullosos de su idioma y deben mostrarse amables y acogedores
con los extranjeros que hablan el alemán o que tienen la intención de
aprenderlo
Cuando
digo que tengo dos Flügel, también mis lectores españoles pueden entender esta
palabra en los dos sentidos que entraña en la lengua alemana: tengo zwei Flügel
significa no solo que tengo dos pianos de cola, sino también dos alas. Mis zwei
Flügel, mis dos pianos de cola, me dan Flügel zum Abheben, alas para despegar.
Cuando pienso, tengo a menudo la impresión de estar despegando con mis alas.
Adoro este vuelo especulativo en el que me acompañan zwei Flügel, dos pianos de
cola, y su música. También Heidegger experimentaba el pensamiento como un vuelo
especulativo en el que se utilizan dos alas. De hecho, en una carta a su mujer
escribió lo siguiente: «Lo llamo el eros, el más antiguo de los dioses en
palabras de Parménides. El batir de las alas de ese dios me conmueve cada vez
que doy un paso esencial en el pensamiento y me aventuro en lo intransitado».*
*(Para
la versión en castellano de estas palabras de Martin Heidegger seguimos la
traducción de Sebastián Friso de la obra de Martin Heidegger ¡Alma mía! Cartas
a su mujer Elfride (1915 - 1979), Buenos Aires, Manantial, 2008. (N. de la t.))
Sin
el batir de alas, sin las alas del eros, el pensamiento no es posible. Quien
piensa necesita despegar con las alas del eros hacia lo intransitado, hacia lo
que aún no ha nacido o hacia lo venidero; en definitiva, hacia lo nuevo
Cierto
día estaba caminando por el barrio berlinés de Prenz lauer Berg. Cuando pasé
por delante de una pequeñísima tienda de pianos, vi en el escaparate un hermoso
y antiguo piano de cola y entré en el establecimiento Me enamoré de aquel
piano, así que me lo compré con la intención de aprender a tocarlo. Sin haber tomado
ni una sola clase de piano, intenté tocar el aria de las Variaciones Goldberg.
Amaba aquella aria por encima de todo. No me bastaba con escucharla sin más: quería
tocarla por mí mismo. Tuve que practicar por lo menos durante dos años. Para
algunos movimientos necesité meses, repeticiones sin fin. Tengo una paciencia
infinita, virtud que hoy en día se encuentra cada vez más próxima a su
desaparición. Para mí, aquella fue una verdadera ejercitación. Incluso dos años
de práctica son pocos para alguien que decide aprender a tocar el piano
empezando precisamente por las Variaciones Goldberg. También aprendí alemán con
la Fenomenología del espíritu, de Hegel, y con Ser y tiempo, de Heidegger. Por
eso mi alemán es un tanto peculiar; un poco suabo, tal vez. Me encantan los
dialectos. Creo que mi alemán es un dialecto que he ido adquiriendo con un enorme
esfuerzo, tal vez un dialecto de los ángeles.
Con
el tiempo, conseguí aprenderme de memoria el aria de las Variaciones Goldberg.
En francés, ‘aprender de memoria’ se dice apprendre par cœur, «aprender de
corazón». El aria de las Variaciones Goldberg se ha convertido en la música de
mi corazón. De hecho, comienzo cada jornada con esta aria. Para mí se trata de
un ritual diario o tal vez de una oración, una oración matinal. El reglamento
de mi comunidad de vecinos prohíbe acabar el día con el aria, pero, a pesar de
todo, durante un tiempo lo hice: tocaba el aria a las dos o las tres de la
madrugada, con un apasionamiento melancólico o un fervor romántico. En vista de
que todo el edificio se amotinó, tuve que dejarlo y disculparme por esta aria
nocturna
El
piano de cola se convirtió, pues, en mi rueda de plegaria. Tengo un escritorio
de estilo modernista. En el centro de ese escritorio hay un fino tapete verde
incrustado, que se denomina Schreibwiese (literalmente, «prado para la
escritura»), una maravillosa palabra. Mientras pienso, vago por este prado.
Cada día, deambulo de acá para allá, entre el verde del prado para la escritura
y el negro de la reluciente rueda de plegaria. Esa es la forma de caminar de mi
pensamiento. Pienso y escribo a través de la música. El Flügel, una vez más en
su doble sentido, me ayuda enormemente a la hora de pensar.
Toda
belleza es paradójica. Sin esa paradoja no existiría belleza alguna. Yo aspiro
a esa belleza. La verdad se consuma en la belleza. También la tonalidad de mi
pensamiento es paradójica. La describo con giros paradójicos, como «luz
oscura», «brillo oscuro» o «tristeza luminosa».
Hay
personas que me acusan de repetirme demasiado.
Pero
no se dan cuenta de que mis libros no son repeticiones, sino variaciones. En
cierto modo, estoy tejiendo un tapete. Me ocupo de que con el tiempo ese tapete
se haga más y más grueso y que su color sea más y más intenso, pero manteniendo
siempre su patrón.
Lo
mismo es más bello que lo diferente. La teoría siempre presupone lo mismo, que
permite variaciones.
Hay
que diferenciar, pues, entre lo idéntico y lo mismo.
Lo idéntico no permite ninguna variación. Carece de anchura y de distancia.
Mis
libros se guían por las Variaciones Goldberg. En las Variaciones Goldberg las
melodías no varían. Las variaciones se orientan aquí hacia treinta y dos notas
de bajo. También mis libros siguen líneas de bajo con notas fundamentales, como
las Variaciones Goldberg, que en mi caso se articulan en forma de conceptos
fundamentales. Si considero mi libro La sociedad del cansancio como aria de
todo el ciclo, entonces a este ensayo le deberían seguir treinta variaciones.
Ya se sabe que el aria de las Variaciones Goldberg no solo proporciona el bajo fundamental,
sino que también remata la pieza da capo.
Como
no podía ser de otro modo, cerraremos el acto de hoy con esta aria de las
Variaciones Goldberg. El gran protagonista de esta velada no soy yo, no es
Byung-Chul Han, sino el aria de las Variaciones Goldberg.
Cuando
escuché por primera vez, con diecisiete o dieciocho años, la Chacona de Bach
para violín solo, decidí, aunque de forma inconsciente, que el alemán y
Alemania serían mi patria espiritual. Creo que en mi anterior vida fui tal vez
alemán; quizá un vecino de Hölderlin que lo venerase como a un dios. La Chacona
me impactó profundamente. Enseguida me compré un violín barato y traté de tocar
esta pieza. Evidentemente, no lo conseguí. ¡Cómo iba a empezar a tocar el
violín con la Chacona! Pero lo intenté. Hace más de veinte años que toco el
violín. Y, sin embargo, todavía no consigo ejecutar la Chacona. Eso sí, he
tocado miles de veces el primer movimiento de la segunda partita, es decir, la
Alemanda. La Alemanda se convirtió en mi oración durante mis años de estudio en
Alemania, concretamente en Friburgo y en Múnich.
Mi
segunda pasión musical es el canto. He cantado tantas veces Amor de poeta, de
Schumann, y Viaje de invierno, de Schubert, que mis partituras han quedado hechas
trizas. Estos ciclos de lieder han penetrado en mi pensamiento y prácticamente
han anidado en él.
Avivan
mi pensamiento, habitan en él. Como saben, Schumann compuso Amor de poeta en
Leipzig, en el número 18 de la Inselstraβe, después de su feliz boda con Clara.
Las primeras melodías de «En el maravilloso mes de mayo» y el fascinante
posludio del último lied constituyen prácticamente las melodías fundamentales de
mi pensamiento, los conceptos fundamentales de mi pensamiento. En cierto modo,
mi pensamiento se encuentra inundado por la tristeza luminosa que se manifiesta
en este «Andante espressivo» de Amor de poeta.
[AMOR
DE POETA, «ANDANTE ESPRESSIVO»]
Mi
pensamiento hunde sus raíces en el Romanticismo alemán. Si me permiten comparar
mi pensamiento con una fruta, diría que su piel y su pulpa son profundamente
románticas. En cambio, el hueso procede del Lejano Oriente. Así pues, se trata
de una fruta sumamente exótica. Dediqué el último capítulo de mi libro Vida
contemplativa: elogio de la inactividad a Novalis en el doscientos cincuenta
aniversario de su nacimiento. Hölderlin forma parte de mi alma.
Sus
himnos y, sobre todo, sus últimos poemas sobre las estaciones del año, escritos
después de que cayera en una supuesta locura —aunque en mi opinión fue más bien
un despertar—, avivan en lo más profundo mi pensamiento. Estos poemas tardíos
de Hölderlin transmiten una trascendencia divina. Ponen de manifiesto que el
mundo, en tanto creación, es sagrado, sagradamente hermoso.
Ya
les he explicado que tengo dos Flügel; en español, dos pianos de cola. Poseo un
antiguo Blüthner. Adoro su sonido cálido y cantarín. Como ya saben, la casa Blüthner
es de Leipzig. Cada vez que levanto la tapa del piano, aparece ante mis ojos,
en letras doradas, la inscripción «Blüthner Leipzig». Variaciones Goldberg, de
Bach; Amor de poeta, de Schumann, y Blüthner: entenderán ustedes por qué no
organicé mi primera lectura pública en Berlín, donde resido, sino en Leipzig.
Me encanta la palabra Blüthner.
Yo
pienso y escribo rodeado de flores. En esta época, rosas y peonías. El jarrón,
este florero, estaba hace seis horas sobre mi escritorio. Esta rosa estaba
sobre mi escritorio. Mis flores me protegen. Sin flores, no puedo pensar. Ahora
acaba de empezar la temporada de peonías. Por eso hoy es un día tan hermoso.
Tengo una fragante habitación de flores, de la que rara vez salgo.
Apenas
viajo. Hoy he hecho una gran excepción. He salido de mi habitación de flores
protectora. Y, si he podido hacerlo, es porque mis flores me acompañan.
Yo
apenas viajo. Tampoco las plantas y los árboles viajan. Ojalá fuera una planta.
A ser posible, una peonía.
Creé
mi habitación de flores antes de descubrir que Claude Debussy también tenía
una. Componía rodeado de flores, no solo en verano, sino también en invierno.
De hecho, su música huele a flores. Me esfuerzo muchísimo —y voy a seguir
haciéndolo— en conseguir que también mi pensamiento huela a flores. En ellas está
la verdad. Voy a revelarles cuál es mi segundo nombre: acónito de invierno, una
planta que atrae a las abejas y a las mariposas en las primaveras gélidas.
Ese
es mi segundo nombre, naturalmente en latín. Yo mismo me llamo también, al
menos para mis adentros,…
¿QUIEN ES BYUNG-CHUL HAN?
Byung-Chul
Han (Seúl, Corea del Sur, 1959) es un filósofo y ensayista experto en estudios
culturales. Se le considera uno de los filósofos más destacados del pensamiento
contemporáneo por su crítica al capitalismo y la sociedad del trabajo.
Han
estudió Filología Alemana y Teología en la Universidad de Múnich y Filosofía en
la Universidad de Friburgo, donde se doctoró con una tesis sobre Martin
Heidegger. Ha dado clases de Filosofía en la Universidad de Basilea, de
Filosofía y Teoría de los medios en la Escuela Superior de Diseño de Karlsruhe y
de Filosofía y Estudios culturales en la Universidad de las Artes de Berlín.
Es
autor de más de una veintena de títulos entre los que cabe destacar: La
sociedad del cansancio, La sociedad de la transparencia, Psicopolítica,
No-cosas, Infocracia y Vida contemplativa. Todos ellos han sido traducidos a
varios idiomas.
El
trabajo de Han une tradiciones filosóficas orientales y occidentales, tomando
ideas de pensadores como Friedrich Nietzsche, Martin Heidegger, Michel
Foucault, Sigmund Freud, Hannah Arendt y Walter Benjamin, entre otros. Explora
temas como la tecnología y los efectos del neoliberalismo en los diversos
aspectos de la vida humana, el poder, la comunicación, la vigilancia, el
consumismo, el trabajo, la auto explotación, la transparencia, los rituales, la
inactividad y las identidades individuales y colectivas; y es considerado como
el sucesor de pensadores como Roland Barthes o Giorgio Agamben
DE LA EXTRAORDINARIA
COLECCIÓN:
FILOSOFÍA, FILOSOFÍA
CONTEMPORÁNEA, CIENCIAS HUMANAS Y SOCIALES, CIENCIAS SOCIALES
FICHA TÉCNICA:
1
libro
160
páginas
En
formato de 13.5 por 21 cm
Pasta
delgada en color plastificada con solapas
Traductora
Lara Cortés Fernández
Primera
edición 2025
ISBN
9788449344336
Autor
Byung-Chul
Han
Traductora
Lara Cortés Fernández
Editor
Paidós
FAVOR DE PREGUNTAR
POR EXISTENCIAS EN:
Correo
electrónico:
Celular
y WhatsApp:
6671-9857-65
Gracias
a Google por publicarnos
Quedamos
a sus órdenes
LA TONALIDAD DEL PENSAMIENTO
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