martes, 7 de noviembre de 2023

CLASIFICAR EN PSIQUIATRIA

                         

                    CLASIFICAR EN PSIQUIATRIA

1 Libro Autor Néstor A. Braunstein

EDITOR SIGLO XXI

PRIMERA EDICIÓN 2023

 

LIBRO POR ENCARGO

En 2013 se proclamó oficialmente el DSM-5 (cuya edición revisada fue publicada en 2022), un “manual estadístico y diagnóstico” redactado por especialistas de la Asociación Psiquiátrica de Estados Unidos en un intento de “unificar” y “digitalizar” los diagnósticos para servir a los fines de la industria, el Estado y las compañías de seguros

Clasificar en psiquiatría exhibe y discute la última expresión de esa ominosa empresa de encasillar “anomalías” que no se llegan a entender, encargando a la medicina el cuidado de las “normas” y el “orden” y al derecho la relación con las “reglas” y la “ley”

La psiquiatría es la única rama de la medicina que evita usar la palabra “enfermedad” para definir de qué se ocupa y llama a sus afecciones “trastornos”, un eufemismo que traduce el vocablo inglés “desórdenes”


ÍNDICE:

Prólogo

1.

¿Qué es clasificar?

2.

Medicalización de la vida y de la cultura

3.

El dispositivo de la salud mental

4.

¿Qué clasifica la clasificación?

5.

Crítica a las dos clasificaciones internacionales

en psiquiatría

(CIE de la Organización Mundial de la Salud y DSM

de la Asociación Psiquiátrica de Estados Unidos)

6.

La función social de la psiquiatría en el

dispositivo PSI

FICHA TÉCNICA:

1 Libro

142 Páginas

Pasta blanda en colores

Primera edición 2023

ISBN 9786070304651

Autor Néstor A. Braunstein

Editor Siglo XXI

 

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17 comentarios:

ALFONSO JAVIER MONARREZ RIOS dijo...

Libro CLASIFICAR EN PSIQUIATRIA

La psiquiatría es la única rama de la medicina que tiene vergüenza de usar la palabra "enfermedad" para definir eso de que se ocupa, y por eso llama a sus afecciones como "trastornos", un eufemismo que traduce el vocablo inglés "desórdenes"

¿Qué "orden" es el que se desordena cuando alguien es distinto de como se espera? ¿Qué saber autoriza al médico para "clasificar" a los seres humanos entendiendo que padecen de "trastornos de la personalidad", que son anormales o peligrosos y que requieren de "tratamientos"? Queda claro que esa estrategia del lenguaje, de aspecto "científico", es una maniobra que forma parte de un proyecto de "medicalización" de la sociedad, de "psiquiatrización" de la vida, de atribución de un mercado del sufrimiento a una profesión que intenta manejar el malestar en la cultura con drogas producidas por las compañías farmacéuticas y con marbetes diagnósticos que descalifican a quienes los reciben pero que permiten la mutua comprensión entre los administradores

La empresa clasificatoria es la llave maestra para (uni)formar a los psiquiatras y estimular en ellos el sueño de explicar las dificultades de los sujetos como efectos de factores "biológicos": los genéticos o las perturbaciones funcionales del cerebro ... como si se pudiese comprender una polonesa de Chopin estudiando el ADN del músico o las manos de Rubinstein o la centellografía cerebral del oyente

En mayo de 2013 se proclamó oficialmente el DSM-5, redactado por especialistas de la Asociación Psiquiátrica de Estados Unidos, un "manual estadístico y diagnóstico" con el que se pretende "unificar" y "digitalizar" los diagnósticos para servir a los fines de la industria, el estado y las compañías de seguros

Clasificar en psiquiatría exhibe y discute la última expresión de esa ominosa empresa de encasillar "anomalías" que no se llegan a entender para encargar a la medicina el cuidado de las "normas" y el "orden" dejando al derecho la relación con las "reglas" y la "ley"


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ALFONSO JAVIER MONARREZ RIOS dijo...

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En el prólogo:

HABER SIDO UN PRECURSOS

Regreso aquí a los comienzos de mi obra en torno a concepciones que presumen de ser “científicas” y aspiran a dar fundamentos a la psicología y la psiquiatría. Me refiero a los usos y a la crítica de la noción de “personalidad”, firmada por Frida Saal en el capítulo 13 de Psicología: ideología y ciencia, y a los tres capítulos escritos entre 1977 y 1979 con el título de “Clasificar en psiquiatría”, incluidos en un difundido volumen cuyo subtítulo era significativo además de premonitorio: Hacia Lacan

Tienen que pasar décadas de olvidos y de referencias ajenas para que uno caiga en la cuenta de que ha sido, sin pretenderlo ni darse cuenta, un precursor. Pues, claro está, nadie es antepasado en el momento de fundar un linaje o escribir un texto que acabará por ser pionero en un tema determinado, sea o no reconocido por otros. Pero sí es fundador quien pone la piedra basal de un edificio. No se trata...

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ALFONSO JAVIER MONARREZ RIOS dijo...

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...de autoglorificarse. Por cierto que no fui yo el primero en observar la incongruencia interna de las clasificaciones psiquiátricas y el obvio proyecto ideológico y político que las
sustentaba. Cuando escribí mis observaciones sobre el tema tenía muy presentes los textos del ahora recientemente fallecido Thomas Szasz (1920-2012) y los cité oportunamente sin dejar de criticar lo que me parecían debilidades del pensamiento “antipsiquiátrico” que él representaba ([1979], op. cit., pp. 34-42). Otros varios autores me habían precedido en ambas impugnaciones dirigidas a esos gemelos contrapuestos que son la psiquiatría y la antipsiquiatría de los años
sesenta y setenta

Los intentos taxonómicos de la Organización Mundial de la Salud (Clasificación Internacional de las Enfermedades –cie-9 de 1975, implementado en 1979) y la Asociación Psiquiátrica de Estados Unidos (Manual de Estadísticas y Diagnósticos– dsm-ii, de 1968) ostentaban una comicidad involuntaria con tapizado, maquillaje y barniz científicos que ocultaban la tragedia de un encasillamiento de los seres humanos por parte de los médicos especializados en la “salud mental” con el pretexto de “clasificar” otra “cosa”, algo imprecisamente llamado mental disorders en Estados Unidos e Inglaterra, troubles mentaux en Francia y trastornos mentales en los países de lengua española –todos ellos eufemismos para evitar la vergonzante palabra que los atemorizaba o los desnudaba: “enfermedad mental”–

Las décadas transcurridas desde entonces permiten confirmar que esas críticas a lo que se hacía y se perfilaba en la psiquiatría oficial iban siendo cada vez más pertinentes. El objeto de mi...

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ALFONSO JAVIER MONARREZ RIOS dijo...

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...denuncia a la taxonomía de 1977 se fue agravando en los años que siguieron hasta llegar a este 2013 en que se develará la culminación –transitoria– del proceso

Al adoptar un lenguaje más “técnico” el disparate se vuelve más dramático y menos hilarante o divertido; las consecuencias sobre la vida de la gente clasificada más serias, las “ganancias” de las asociaciones profesionales y de la industria farmacéutica más exorbitantes

Ahora, después de 35 años, puedo ver algunos aspectos de mi historia profesional con una poca de claridad y pasar a relatarla. En 1977, tiempo después de exiliarme de Argentina, ejercía el puesto de médico psiquiatra en la Secretaría de Salud de México, adscrito a la Clínica San Rafael, en donde actuaba como “Director del Servicio de Psicoterapia” en el Centro de Salud Comunitaria de esa institución

Por la notoriedad que había alcanzado el libro del que era coautor y principal responsable, Psicología: ideología y ciencia, fui invitado a participar como uno de los cuatro ponentes en
una mesa redonda sobre “Epistemología de la psiquiatría” en un Congreso Nacional de la Asociación Psiquiátrica de México de la que fui miembro desde mi llegada al país y que tendría lugar en noviembre en la ciudad de Guanajuato

Puesto a escoger un título y un tema decidí que hablaría de algo que veía florecer a mi alrededor, que ocupaba y preocupaba a los residentes en psiquiatría que seguían mi enseñanza, la primera dada en México en torno a la enseñanza de Jacques Lacan y a la clínica psicoanalítica y psiquiátrica que podía inspirarse en esa doctrina. Ello me decidió a poner como encabezamiento de mi presentación el de este libro: Clasificar en psiquiatría, título que repetí para adjudicarlo a la primera parte del citado libro Psiquiatría,
teoría del sujeto, psicoanálisis. Hacia Lacan, publicado en 1980

La exposición en Guanajuato en 1977 fue muy celebrada por mis colegas amigos y por los filósofos de la Sociedad Mexicana de Epistemología que fueron a escucharme, pero hizo fruncir el ceño del director general de Salud Mental...

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ALFONSO JAVIER MONARREZ RIOS dijo...

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...que compartía conmigo esa mesa de cuatro expositores y de varios funcionarios subordinados a él que me advirtieron atinadamente acerca de las consecuencias que podía sufrir por lo que había osado decir

En la cena de esa noche me hicieron entender y sentir que “había caído en desgracia”

Como resultado de esa presentación, cuyos argumentos retomaré y actualizaré en esta obra, después de acusar que mi conferencia había sido “antipsiquiátrica” y “antimexicana”, se decidió que se me trasladaría de la Clínica San Rafael ubicada en el sur de la ciudad a una “granja” para “enfermos mentales crónicos” ubicada en el estado de Hidalgo, en un territorio desértico, 40 kilómetros al norte de la ciudad

Por supuesto, ese traslado implicaba una exclusión del establishment psiquiátrico del país y debí renunciar tanto al servicio de psicoterapia como a la enseñanza que dispensaba a los jóvenes psiquiatras de los grandes hospitales psiquiátricos para niños y adultos ubicados también en Tlalpan, Distrito Federal, junto a la clínica donde prestaba mis servicios

Ya nunca volví a ser considerado como miembro de la Asociación Psiquiátrica aunque nunca se me
comunicó mi exclusión de ella

¿Qué había hecho, qué había dicho, que pudiese producir una reacción semejante? En verdad, no puedo hoy pretextar una ingenua ignorancia pues lo sabía entonces y bastante bien

No en vano traía los antecedentes de Argentina de los regímenes militares y la memoria de los intentos para silenciarme a cualquier costo. En mi conferencia comencé por usar como epígrafe, por primera vez –¡y vaya si después he sido imitado!– la clasificación que Jorge Luis Borges hizo de los animales atribuida por el escritor a: las remotas páginas de cierta enciclopedia china de conocimientos benévolos [donde] está escrito que los animales se dividen en a] pertenecientes al emperador, b] embalsamados, c] amaestrados, d] lechones, e] sirenas, f] fabulosos, g] perros sueltos,...


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ALFONSO JAVIER MONARREZ RIOS dijo...

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...h] incluidos en esta clasificación, i] que se agitan
como locos, j] innumerables, k] dibujados con un
pincel finísimo de pelo de camello, l] etcétera, m] que
acaban de romper el jarrón, n] que de lejos parecen
moscas...

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ALFONSO JAVIER MONARREZ RIOS dijo...

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...A renglón seguido, después de esa cita, inspirada por el uso que de ella hizo Foucault en Las palabras y las cosas, introduje otro epígrafe, la clasificación aprobada por la Organización Mundial de la Salud (oms) en su cie-9 y refrendada por la American Pychiatric Association en su ahora muy difundido dsm (Diagnostic and Statistic Manual) que estaba entonces en la versión ii y dio origen al dsm-iii de 1980 del que se vendieron medio millón de copias y fue revisado varias veces hasta 1987

Apuntemos que luego, en 1994 nació el dsm-iv (un millón de ejemplares vendidos, 150 millones
de dólares en regalías para la Asociación Psiquiátrica) que está en trance de quedar obsoleto por el anunciado estreno mundial, el 22 de mayo de 2013, del dsm-5 cuyo “éxito” (en tiraje y regalías) superará ampliamente al de las versiones anteriores. Citaba entonces en forma resumida, después de la clasificación de Borges, la de la oms (who, en inglés): 290-294: Psicosis asociadas con síndromes orgánicos cerebrales; 295-299: psicosis no
atribuidas a condiciones físicas previamente enunciadas; 300: neurosis; 301: trastornos de la
personalidad; 302: desviaciones sexuales; 303: alcoholismo; 304: dependencia a drogas; 305:
trastornos psicofisiológicos; 306: síntomas especiales no clasificados en otra parte; 307: perturbaciones situacionales transitorias; 308: trastornos del comportamiento de la infancia y la adolescencia;...

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ALFONSO JAVIER MONARREZ RIOS dijo...

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...309: síndromes orgánicos cerebrales no psicóticos; 310-315: oligofrenias; 316: desajustes sociales sin trastorno psiquiátrico manifiesto; 317: condiciones no específicas; 318: sin trastorno mental; 319: términos no diagnósticos para uso administrativo

No se puede negar que la contraposición de las dos citas resulta ser “antipsiquiátrica”, si por psiquiatría se entiende, no a una rama de la medicina dedicada al tratamiento de personas que sufren en la vida y pierden la posibilidad de aprender, de trabajar, de experimentar placer, de desarrollar sus posibilidades, sino la especialidad burocrática que asigna a la medicina el monopolio para tratar unas “enfermedades mentales” –que es discutible que las haya pero se presuponen para poder clasificarlas como dignos objetos de la práctica médica– ignorando su especificidad y sus esenciales diferencias con el resto de las “entidades” conocidas como “enfermedades” que giran en el sistema solar de la medicina

En un sentido favorable a la discriminación política de la que fui objeto, yo era antipsiquiatra… para los demás, independientemente de mis críticas a la antipsiquiatría, manifiestas en aquel entonces y que...


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ALFONSO JAVIER MONARREZ RIOS dijo...

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...aun ahora sostengo sin dejar de reconocer las razones que dieron pie a ese movimiento. Pero todavía me sigo preguntando en qué mi postura era “antimexicana” aunque bien podía comprender por qué debía ser excluido de cargos oficiales y de la membrecía en la Sociedad Mexicana de
Psiquiatría que me había aceptado un año antes después de valorar mis antecedentes. Nadie se molestó en refutarme; la sanción era la única respuesta. Formular una crítica a la racionalidad de la clasificación que se trataba de hacer “oficial” era ser “anti” y la oposición en el interior del dispositivo administrativo, vale decir, disciplinario, de la “salud mental” no podía ser admitida

Y eso sin que hubiese llegado al extremo de proponer el añadido de un nuevo “trastorno mental” a la clasificación de la oms que hubiera sido: “320: usuarios de la cie”

Era y sigue siendo rutilante la analogía formal entre las dos clasificaciones, la anticipadora, genial, de Borges y la burocrática “operacional - funcional - técnica - unificadora - reglamentaria - eficiente - digitalizable” de la oms

Ese deslumbramiento ante la fabulosa transparencia de la analogía se hace más evidente con las versiones del dsm y de la cie posteriores a mi exposición en Guanajuato. Era genial Borges pues comienza por donde se debe: a] “lo que pertenece al emperador”, reconoce “n” categorías, incluye lo visible, lo producido por la palabra, lo imaginario, lo transitorio, lo extravagante, lo artificial, lo que la clasificación incluye y hasta un “etcétera” puesto en cualquier parte para
que nada se escape. ¿Qué hace el organismo internacional?

Tanto y más que eso pues toma el lugar del “emperador” (¿emperrador?). Es una clasificación de las enfermedades que ni siquiera se ocupa de definir en qué consisten esas enfermedades y también hace un lugar a lo que no incluye, que es autorreferente como la de Borges que tiene la categoría performativa de lo “incluido en esta clasificación”, pero la oms supera al sarcástico escritor y alcanza la perfección cuando añade, desde su jerarquía de organismo oficial, la...

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ALFONSO JAVIER MONARREZ RIOS dijo...

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de todo lo “no incluido en esta clasificación” en los rubros 316 al 319. “Los que acaban de romper el jarrón” de Borges se transformaban en “316: desajustes sociales sin trastorno psiquiátrico manifiesto” y ese diagnóstico se subdividía según el lugar o el ambiente en donde se manifestaba el “desajuste social”: el matrimonio, el trabajo, la sociedad y “otros”

Y el colmo de la superación de Borges: “318: Sin trastorno mental”. Ni al mismísimo Borges se le ocurrió la idea de meter a los animales que no son animales y asignarles una letra o número de código

Aprovechando el impulso recibido de esos dos epígrafes (Borges y cie) puestos uno a continuación del otro se integró la primera parte del libro que llevó ese nombre: “Clasificar en psiquiatría”

El primer capítulo (1977) era el análisis crítico de la clasificación (pp. 13-28), el segundo
(1978) era una acusación, más que una crítica, hacia la antipsiquiatría, ese movimiento de aquellos años del que siempre me mantuve a distancia (pp. 29-43) y el tercero (1979) una discusión de las funciones del discurso taxonómico de eso que preferí llamar “demandas psiquiátricas”, es decir, llamadas a la intervención de un profesional supuestamente
especializado, que no debían confundirse con los pretendidos “trastornos mentales” que nadie podía o sabía definir (pp. 44-68)

Podría creerse que con la cita de Borges y su comentario había cargado las tintas y buscado rasgos para reírme a bajo costo de textos prestigiosos y mundialmente autorizados allí donde había, hacia 1980, y habría aún, en 2013, un trabajo serio de expertos internacionales. Quiero defenderme de ese cargo y aducir pruebas en favor de mi lectura irreverente. Invitaré hoy al lector a detenerse conmigo en el texto de comparación entre la Clasificación Internacional
de las Enfermedades (cie-10, International Classification of Diseases –icd en inglés–) construida larga y pacientemente entre 1983 y 1999 cuyos dígitos de indicación de las “enfermedades” aún no acaban de ser unánimemente utilizados...


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ALFONSO JAVIER MONARREZ RIOS dijo...

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...en Estados Unidos. Se esperaba alcanzar ese objetivo para el 1 de octubre de 2013 pero ya se decidió prolongar ese plazo hasta el 1 de octubre de 2014

Por de pronto, ya se discute el siguiente tabulador, el icd-11, cuya première la Organización
Mundial de la Salud anuncia para el año 2015. El propósito para ese futuro es… ¡sorprendente!…:
“que cada entidad mórbida (each disease entity) tenga descripciones precisas y sus definiciones sirvan de guía respecto del significado de cada enfermedad en términos humanamente legibles (in
human readable terms)” aclarando que ello será un “avance respecto al icd-10 pues en este último para esas entidades sólo había nombres titulares (in icd-10 there were only title headings)”

¿Títulos carentes de significado o un palabrerío no humanamente legible?

Para volver a esa vieja historia, sin buscarlo, fui –ya que no el iniciador mundial aunque sí en México– un precursor en una discusión que se hace cada día más encarnizada como oposición a un proyecto que se jacta de ser “científico” al clasificar algo que no se define, no se sabe bien qué es, dónde empieza y dónde termina, “eso” que se da en llamar “trastornos mentales”

Nos cabe reformular lo que fue pertinente hace un cuarto de siglo a la luz de las experiencias acumuladas en ese lapso. Además –lo confieso– me plagiaré a mí mismo, cuando lo crea conveniente, retomando aquel texto treintenario y cambiando sin aviso los enunciados sin fastidiar al lector con engorrosas comillas y números de página...

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1. ¿Qué es clasificar?

Valdrá la pena comenzar, antes de entrar en la materia concreta de nuestro discurso, con una especie de flashback referida a la nosología y a la taxonomía de las enfermedades, las “mentales” en particular. Las clasificaciones psiquiátricas tienen una prehistoria que no arranca de los tiempos recientes en que la oms se propuso una clasificación internacional de las enfermedades inspirada por el modelo inmortal que es la obra del sueco Linneo (1707-1778) en botánica

Lo que no es tan difundido es que Linneo, en 1763, produjo la primera clasificación rigurosa (¿científica?) de las enfermedades, esto es, de entidades que no son naturales sino conceptuales

En rigor, no la primera clasificación sino la segunda, pues fue su obra pionera de taxonomía botánica y zoológica de los seres vivientes la que impulsó a su coetáneo, el francés Boissier de Sauvages de la Croix (1706-1767), también un botánico, a producir una “nosología metódica” que alcanzó su forma definitiva en 1763, distinguiendo 10 clases, 44 órdenes, 315 géneros ¡y
2400 especies! de enfermedad. En ese mismo año de 1763 Linneo publicó en Upsala su Genera morborum que era una...

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ALFONSO JAVIER MONARREZ RIOS dijo...

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...clasificación de las enfermedades que sirvió como antecedente de la obra de Pinel. Éste, Pinel no se limitó a clasificar sino que complementó la nomenclatura con la descripción
diferencial de las “enfermedades”. Fue precisamente en el siglo xix cuando los locos pasaron a ser patrimonio, objeto y problema de la “higiene pública” y encomendados a la medicina

Apareció entonces (después de algunos necesarios precedentes) el manicomio como edificio necesario en todas las grandes ciudades y en todos los países tomando como modelo el “panóptico” carcelario de Bentham y se confió a los médicos (“alienistas”) la investigación y la definición de las formas de la locura que antes pertenecían al discurso teológico centrado en la posesión demoniaca y el pecado

Con el asilo y sus encargados tenemos ya instalado un esbozo de lo que llamaremos el dispositivo psi que nos...

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...ocupará más adelante. En ese territorio cerrado del “loquero” –a veces campo de concentración, a veces observatorio de los lunáticos–, en el marco ideológico de la medicina
clasificatoria se produjo la distinción de cinco clases fundamentales: melancolía, manía con delirio, manía sin delirio, demencia e idiotismo, propuesta por Philippe Pinel (1745- 1826) que publicó en 1801 su Traité médico-philosophique sur l’aliénation mentale

El “alienista” francés consideraba estas “vesanias” como un desarreglo de las “facultades cerebrales” –¡ya entonces!– que podía deberse a causas físicas o directamente cerebrales, causas hereditarias y causas morales (como las pasiones intensas y fuertemente contrariadas o
prolongadas y los excesos de todo tipo). Esta distinción, con distintos ropajes o disfraces, sigue vigente hoy en día en el pensamiento psiquiátrico en materia de etiología: organogénesis neurológica, tara genética y trastornos psicogenéticos como el tan famoso “trastorno de estrés postraumático” (ptsd, en inglés)

Con el siglo xx llegaron las nuevas clasificaciones que ampliaban el campo e incorporaban nuevas categorías

El adalid de esa nueva psiquiatría basada en la descripción de los trastornos o enfermedades, fue Emil Kraepelin (1856- 1926) con ya 14 categorías. Él sistematizó el campo de las
psicosis (término que se incorporó al vocabulario médico en 1856), incluyó la dementia praecox (que acabó siendo sustituida por el vocablo acuñado en Suiza en 1911 por Bleuler,
“esquizofrenia”) e incluyó un capítulo para las “personalidades psicopáticas” que habrían de transformarse en el hoy amplio espectro de “trastornos de la personalidad”

Es interesante resumir el sistema kraepeliniano para intentar un análisis comparativo con la cie y comprobar que las modificaciones producidas en el siglo (1913-2013) no recaen sino sobre los detalles

Para comenzar, un detalle, insignificante por el momento. Las categorías de Kraepelin están ordenadas de modo nominal, correspondiendo un número romano, desde el i...

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...hasta el XIV a cada una

Vemos en primer lugar las encefalopatías cubriendo las siete primeras rúbricas según su causa presumida. La octava es la demencia precoz y la novena la psicosis maniaco-depresiva. Luego vienen las psicopatías, las reacciones psicógenas (“psiconeurosis” en la nominación preferida por Freud en la misma época), la paranoia y, cerrando la procesión, una clase xiv para “casos oscuros”

(¡Viva Borges!)

La asombrosa correspondencia entre el sistema de Kraepelin y la subsiguiente cie-8 de la oms ha sido motivo de asombrosas y asombradas expresiones de júbilo relacionadas con la “estabilidad” del ordenamiento y el “genio” de su propulsor

Es habitual rotular a Kraepelin como “el Linneo de la psiquiatría”. Yace ahí uno de los mayores obstáculos epistemológicos de la clasificación: el que la taxonomía botánica haya sido el modelo inspirador

El sabio alemán describía sus entidades mórbidas basándose en la apariencia, al igual que su antecesor sueco, como si se tratase de plantas, olvidando el carácter visible de las raíces, hojas, flores y frutos que permitían asegurar la validez y la confiabilidad de los objetos clasificados (existen realmente, son distintos entre sí, no hay un espectro de gradaciones y dos o más observadores, aceptando los criterios propuestos, llegan a la misma conclusión sin que la subjetividad interfiera en el juicio). La mirada psiquiátrica pretende introducir del
mismo modo la “enfermedad” en una jerarquía de categoría, subcategoría y variedad, equivalente a la jerarquía de clase, género y especie. Pero ¿de dónde extraía Linneo los caracteres que le permitían ubicar a cada individuo dentro de su clasificación? De la forma objetiva (positiva) de
los elementos que podía ser confirmada por cualquier otro

La confiabilidad de su sistema se acerca al absoluto y por eso pudo servir de modelo para todo tipo de clasificación de objetos perceptibles. ¿De dónde podía Kraepelin extraer los caracteres que le permitiesen pasar del individuo a la especie en el marco de la clasificación psiquiátrica?

Nada podía...

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...darle la vista

Era menester otro aparato nocional. Para ello sólo disponía de la psicología de las funciones del alma y la psicología del laboratorio de Wundt, hoy relegada a la prehistoria de la psicología: “inteligencia - afecto - voluntad”

A ella se dirigieron los psiquiatras alemanes y de ella derivaba la semiología psiquiátrica que buscaba las alteraciones en cada una de esas tres esferas y que apuntaba a ubicar a cada individuo en la casilla de la especie mórbida que le pertenecía. De ahí el pesado fardo que debió sobrellevar la psiquiatría kraepeliniana, la falta de confiabilidad, que hoy se pretende superar con la “objetividad” ¿de qué?, ¡de los cuestionarios autoadministrados donde el médico ya ni siquiera pregunta al “enfermo” lo que le sucede sino que le entrega unos formularios con preguntas a las que él (o quien lo conoce) debe tildar con un “sí” o con un “no”, con un “mucho-poquito-nada” o con un “marque en una escala de 1 a 10 cómo se siente de solo, de triste o de angustiado” para luego contar los tildes o “palomitas” y decidir el diagnóstico y el nivel de gravedad del trastorno! ¡Y el tipo y dosis del “medicamento” a recetar!

Podríamos pensar –vale decir, pienso– que la conclusión a extraer de la supervivencia de la “nosografía” actual, derivada de la de Kraepelin no debería ser tanto de admiración como de marcado escepticismo dado el carácter reconocidamente descriptivo y sintomático de la clasificación con exclusión de toda teoría y ante la ausencia de datos objetivos, empíricos (equiparables a los de un botánico o a los de un zoólogo y que no fuesen los de “cierta enciclopedia china”), para justificar los diagnósticos

La psiquiatría alemana de comienzos del siglo xx sistematizó y ordenó un campo de fenómenos hasta entonces bastante caótico y ése fue su gran mérito. Pero no puede ignorarse que, además de poner orden en el campo fenoménico, por el mismo hecho de acomodarlo todo, sistematizó la formación de los psiquiatras en todo el mundo. (Ésa fue la psiquiatría que estudié en el Hospital Psiquiátrico de Córdoba, Argentina, en 1961.)...

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...La clasificación no sólo creaba a los objetos sobre los que se aplicaba (locos y no locos, a veces, medio locos o fronterizos) sino que, además, producía un lenguaje, un modo de pensamiento, un discurso y unas reglas semiológicas que, a su vez, engendraban y clonaban a los psiquiatras como agentes de aplicación del sistema propuesto: “psiquiatra” fue, a partir de la primera mitad del siglo xx, cuando el término se generalizó, quien manejaba la clasificación de
Kraepelin

La ordenación taxonómica se reproduce a sí misma a través de la “ordenación” (en el sentido religioso de la palabra) de los agentes aptos para utilizarla

Esa operación continúa hoy en día con las corporaciones nacionales e internacionales que promulgan las nuevas clasificaciones. Lo que fue un momento de sistematización de datos empíricos en la historia de la psiquiatría, correspondiente a la expansión capitalista y a la conveniencia de segregar a los locos en las sociedades disciplinarias, se ha actualizado como un nuevo movimiento epistemológico que corre detrás de la progresiva tecnificación, burocratización y medicalización de la especialidad que debe adecuarse a los fines de la sociedad de control: posmoderna, posindustrial, poscapitalista, según se prefiera

El objetivo es, hoy, clasificar a todos los sujetos de esta posmodernidad encerrándolos en los cajones (pigeonholes) del espacio taxonómico regenteado por la “ciencia médica”.

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