domingo, 23 de julio de 2023

POR QUE ODIAMOS

 

POR QUÉ ODIAMOS

1 Libro Autor Michael Ruse

Editor DEUSTO

Primera edición

 

LIBRO POR ENCARGO

UN VIAJE A LA RAÍZ DEL CONFLICTO HUMANO

Una profunda y perspicaz investigación sobre

la increíble capacidad del hombre para odiar

La discriminación, la exclusión, el conflicto y la violencia son tan antiguos como la humanidad. Nuestro tiempo asiste a una revitalización de las tensiones sociales, la polarización política y el auge de los populismos, y Europa vuelve a ser escenario de una guerra

Este libro: ¿POR QUÉ ODIAMOS?; busca responder a un interrogante que es hoy más pertinente que nunca: por qué una especie social como el Homo sapiens se aborrece tanto a sí misma. Libramos guerras y tenemos prejuicios contra nuestros semejantes. Discriminamos por motivos de nacionalidad, clase, raza, orientación sexual, religión y género

¿Por qué los humanos son a la vez tan sociables y tan malvados entre sí?

El renombrado filósofo Michael Ruse viaja a las raíces del conflicto social para, desde la biología evolutiva, la antropología y la arqueología, desentrañar la racionalidad de las cotas que ha alcanzado el odio humano, como las dos guerras mundiales o los horrores del Holocausto

Ruse encuentra el secreto de la paradójica naturaleza del animal social y odiador en nuestro pasado evolutivo tribal, cuando hace diez mil años pasamos de ser cazadores-recolectores a agricultores, un cambio que allanó el camino para la civilización moderna. Y es que nuestras modernas mentes albergan aún las mentes propias de la edad de piedra

 Combinando argumentos rigurosos con un estilo ameno y accesible, y aportando una amplia colección de ejemplos históricos, Por qué odiamos es una obra imprescindible para comprender la biología y la cultura de la guerra y del prejuicio

EN EL PREFACIO:

Me educaron en la fe cuáquera en los años siguientes a la Segunda Guerra Mundial. Los cuáqueros no tienen los típicos ornatos e instituciones religiosas, como sacerdotes o iglesias (casas del campanario, como las llamábamos antiguamente), ni tampoco credos ni dogmas ni ese tipo de cosas. Sin embargo, sería un gran error llegar a la conclusión de que los cuáqueros no tienen creencias robustas. Hasta podrían competir con san Pablo. Por encima de todo, para mí, ser cuáquero significaba ser parte de una comunidad con mis semejantes. Nunca se nos dio muy bien la lectura literal de la Biblia, pero vaya si nos tomábamos en serio el sermón de la montaña. «Habéis oído que se dijo: “Ojo por ojo y diente por diente”. Pero yo os digo: “No repliquéis al malvado; por el contrario, si alguien os golpea en la mejilla derecha, presentadle también la otra”» (Mateo 5, 38-39). Y: «Habéis oído que se dijo: “Amarás a tu prójimo y odiarás a tu enemigo”. Pero yo os digo: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced el bien a los que os aborrecen, y orad por los que os ultrajan y os persiguen”» (43-44)

Ése es nuestro papel en la vida y la manera en que debemos servir a nuestro Señor: amar a los otros seres humanos. Los cuáqueros hablan de la «luz interior», la luz de Dios que hay en todas las personas, y que refulge hasta el día de hoy. Siempre me inspira, y me obsesiona en cierta manera, la gran elegía del poeta metafísico John Donne que colgaba en la pared de casi todos los locales de culto donde los cuáqueros se reunían para orar en silencio

 

Ningún hombre es una isla

 

entera por sí mismo.

 

Cada hombre es una pieza del continente,

 

una parte del todo.

 

Si el mar se lleva una porción de tierra,

 

Europa queda reducida,

 

como si fuera un promontorio,

 

o la casa de un amigo, o la tuya propia.

 

Ninguna persona es una isla;

 

la muerte de cualquier hombre me mengua,

 

porque estoy unido a la humanidad;

 

por eso, nunca preguntes

 

por quién doblan las campanas;

 

doblan por ti.

 

(«Meditación XVII», Devociones, 1624) 

He aquí la paradoja que nunca me ha abandonado y que permanece inalterada incluso tras mi pérdida de fe cuando tenía veinte años. Si somos seres sociales, ¿cómo puede ser que nos odiemos unos a otros? En mi juventud, el recuerdo de la Segunda Guerra Mundial se cernía sobre todos nosotros: Polonia, la caída de Francia, el Blitz, la Operación Barbarroja, Pearl Harbor, Stalingrado y, hacia el final, la batalla de las Ardenas y el bombardeo de Dresde; y, en el otro lado del mundo, Hiroshima y Nagasaki. Sin embargo, todo esto no hacía más que confirmar lo que ya sabíamos. La Segunda Guerra Mundial era la más reciente, pero fue la Primera Guerra Mundial, la llamada Gran Guerra, la que permeó todos los aspectos de nuestra cultura. Mis profesoras de primaria eran mujeres solteras que habían perdido a sus maridos y prometidos en los campos de batalla de Flandes

En los parques sólo había hombres solitarios vagando sin rumbo, «traumatizados por la guerra», como nos explicaban en tono lastimero. En casa, en el salón principal, que solamente se usaba los domingos y en ocasiones especiales, como los funerales, había una foto del tío Bert, con dieciocho años, posando orgulloso con su nuevo uniforme. Murió con veinte en Passchendaele. Más tarde fui a Canadá cuando tenía veintidós años, y pronto descubrí que la Gran Guerra era lo que definía a ese país, al igual que sucedía en otras partes de la Commonwealth, sobre todo en Australia y Nueva Zelanda. Estaban presentes los triunfos —como cuando, en la Semana Santa de 1917, los canadienses tomaron Vimy Ridge, que había resistido tantos asaltos previos— y las tragedias —como cuando, el 1 de julio de 1916, el primer día de la batalla del Somme, unos 800 miembros del Regimiento Newfoundland llegaron a la cima, pero, a la mañana siguiente, al pasar lista, no respondieron más que 68—. En mi camino diario de ida y vuelta a la universidad, pasaba por el lugar donde nació John McCrae, autor del poema más citado de la guerra: «En los campos de Flandes»

Añádase a todo esto las terribles maneras en que podemos llegar a comportarnos unos con otros en nuestro día a día. Fue sobre todo en los años posteriores a la Segunda Guerra Mundial, conforme íbamos siendo conscientes de los horrores del Holocausto, cuando vimos los abismos en que los humanos pueden llegar a caer. Todo ello no es más que una parte de una historia generalizada de prejuicios y hostilidad, y ninguno de nosotros puede mirar hacia atrás en la historia sin sentir culpabilidad y arrepentimiento. Nadie que viva en el sur de Estados Unidos, como yo, puede evitar los recordatorios diarios sobre el terrible trato por las personas blancas a la población negra

Además, tras dos siglos de esclavitud sobrevino otro ominoso siglo bajo las leyes racistas de Jim Crow. Hablo en general del desprecio, del trato denigrante, de la falta de respeto…, tanto hacia extranjeros como hacia personas de otras clases sociales, de otras razas o de orientaciones sexuales minoritarias, hacia creyentes de religiones diferentes, discapacitados, judíos…, y del maltrato de los hombres hacia las mujeres

Con todo ello, ¿no sería una ingenuidad, rayana en la insensibilidad, seguir hablando sobre la naturaleza social y la bondad innata de los seres humanos?

Y es eso, nuestra naturaleza conflictiva, tan social y a la vez tan odiosa, la que me ha llevado a escribir este libro

He descubierto que, en las últimas dos décadas, ha habido importantísimos descubrimientos y reinterpretaciones de nuestra comprensión de la evolución humana. Son descubrimientos y reinterpretaciones de nuestra comprensión de la evolución humana. Son descubrimientos y reinterpretaciones muy pertinentes para mi investigación

Y finalmente parece haber algunas respuestas

Estoy sorprendido y agradecido por lo que he aprendido

Es esta nueva comprensión lo que quiero exponer y compartir, y no me preocupa si se está o no de acuerdo conmigo, sino que se aprecie la importancia del problema y la necesidad de continuar la investigación

Es una obligación moral que recae sobre nosotros

Y si alguien duda de esto que digo, que piense en Ucrania 

ÍNDICE:

Portada

Sinopsis

Portadilla

Dedicatoria

Prefacio

Introducción

Orígenes

1.

La biología de la guerra

2.

La biología del prejuicio

3.

La cultura de la guerra

4.

La cultura del prejuicio

5.

Hacia delante

Epílogo

Agradecimientos

Bibliografía

Notas

Créditos

FICHA TÉCNICA:

1 Libro

272 Páginas

En formato 23 por 15 cm

Pasta delgada en color plastificada con solapas

Primera edición 2023

ISBN 9788423434831

Autor Michael Ruse

Traductor Nadia Khalit Tolosa

Editor DEUSTO

 

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POR QUÉ ODIAMOS 

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