sábado, 12 de agosto de 2023

EL MAL

 

EL MAL

1 Libro Autor Rudiger Safranski

Editor TusQuets

Primera edición 2009

 

¿De dónde surge el mal y por qué?

Desde muy temprano aparece la sospecha de que el caos, la violencia y la destrucción no sólo son el origen de todas las cosas, sino que permanecen latentes en la civilización. Por otro lado, la pregunta de por qué existe el mal enfrenta a la humanidad al tema de la libertad. Rüdiger Safranski muestra de nuevo su talento para convertir la historia de la idea del mal en un viaje apasionante por la literatura y la filosofía, las religiones y el arte occidentales

EN EL PRÓLOGO:

No hace falta recurrir al diablo para entender el mal

El mal pertenece al drama de la libertad humana

Es el precio de la libertad

El hombre no se reduce al nivel de la naturaleza, es el animal no fijado, usando una expresión de Nietzsche. La conciencia hace que el hombre se precipite en el tiempo en un pasado opresivo; en un presente huidizo; en un futuro que puede convertirse en bastidor amenazante y capaz de despertar la preocupación

Todo sería más sencillo, si la conciencia fuera simplemente un horizonte de posibilidades. La conciencia puede trascender la realidad actual y descubrir  una nada vertiginosa, o bien un Dios en el que todo alcanza su quietud. Y en todo ello no logra deshacerse de la sospecha de que posiblemente esta nada y Dios sean la misma cosa. En cualquier caso, un ser que dice <no> y que conoce la experiencia de la nada puede elegir también la aniquilación. En relación con esta situación precaria del hombre, la tradición filosófica habla de una <falta de ser>. Las religiones nacen sin duda de la experiencia de esta diferencia. La sabiduría nace sin duda de la experiencia de esta deficiencia. La sabiduría que puede hallarse en ellas consiste en representarse la imagen de un Dios que exonera a los hombres de tener que ser unos para otros el horizonte entero y último. Los hombres pueden dejar de recriminarse recíprocamente por su falta de ser y de responsabilizarse entre sí por sentirse extraños en el mundo. No tienen que ser enteramente de este mundo y así pueden mitigar aquella inquietud acerca de la cual George Buchner decía: <Nos falta algo, no sé cómo llamarlo; pero no lograremos entre nosotros arrancarlo de las entrañas

¿Para qué rompernos la cabeza con ello?

El mal no es ningún concepto; es más bien un nombre para lo amenazador, algo que sale al paso de la conciencia libre y que ella puede realizar. Le sale al paso en la naturaleza, allí donde ésta se cierra a la exigencia de sentido, en el caos, en la contingencia, en la entropía, en el devorar y ser devorado, en el vacío exterior, en el espacio cósmico, al igual que en la propia mismidad, en el agujero negro de la existencia. Y la conciencia puede elegir la crueldad, la destrucción por mor de ella misma. Los fundamentos para ello son el abismo que se abre en el hombre

El presente libro: EL MAL O EL DRAMA DE LA LIBERTAD; desbroza un camino a través de la maleza de las experiencias en torno al mal y de la reflexión sobre éste. El mal no se halla entre los temas a los que podamos enfrentarnos con una tesis, o con una solución del problema. En los caminos necesariamente enredados pueden abrirse perspectivas en algún que otro lugar, perspectivas que dirigen la mirada hacia horizontes más lejanos

El camino comienza con algunos relatos del origen, con mitos que hablan sobre las catástrofes del principio y sobre el nacimiento de la libertad (capítulo 1). Pero el hombre en el que se despierta la conciencia de la libertad, ¿puede orientarse por sí mismo? El pensamiento antiguo lo considera capaz de esto (capítulo 2): el cristiano, no. El ejemplo de Agustín (capítulo 3) muestra que en este asunto no se trata solamente de vinculación moral, sino que la pregunta relativa a cómo puede el hombre permanecer fiel a la exigencia de trascendencia. La traición a la trascendencia, la transformación del hombre en un ser unidimensional, es para Agustín el mal propiamente dicho, el pecado contra el Espíritu Santo. Por tanto, el mal tiene algo que ver con la obstinación del espíritu y la indolencia del corazón. Schelling y Schopenhauer todavía se atienen a este punto de vista (capítulos 4 y 5). Ambos afirman que quien traiciona la necesidad metafísica, menoscaba dramáticamente las posibilidades humanas y se entrega a las luchas de autoafirmación, carentes de todo sentido. Pero ¿Cómo podemos proteger al hombre contra el peligro de traicionarse a sí mismo?

¿Cómo podemos protegerlo contra el mismo?

Agustín confía en la Iglesia, la institución sagrada. Ahora bien, aunque se haya disuelto la relación con Dios, puede conservarse la fe en las instituciones como muestra el ejemplo

El mal no es ningún concepto; es más bien un hombre para lo amenazador algo que sale al paso de la conciencia libre y que ella puede realizar. Le sale al paso en la naturaleza, allí donde esta se cierra a la exigencia de sentido, en el caos, en la contingencia, en la entropía, en el devorar y ser devorado, en el vacío exterior, en el espacio cósmico, al igual que en la propia mismidad, en el agujero negro de la existencia. Y la conciencia puede elegir la crueldad. La destrucción por mor de ella misma. Los fundamentos para ello son el abismo que se abre en el hombre

El presente libro: EL MAL O EL DRAMA DE LA LIBERTAD; desbroza un camino a través de la maleza de las experiencias en torno al mal y de la reflexión sobre éste. El mal no se halla entre los temas a los que podamos enfrentarnos con una tesis, o con una solución del problema. En los caminos necesariamente enredados pueden abrirse perspectivas en algún que otro lugar, perspectivas que dirigen la mirada hacia horizontes más lejanos

El camino comienza con algunos relatos del origen, con mitos que hablan sobre las catástrofes del principio y sobre el nacimiento de la libertad (capítulo 1)

Pero el hombre en el que se despierta la conciencia de la libertad, ¿puede orientarse por sí mismo? El pensamiento antiguo lo considera capaz de esto (capitulo 2): el cristianismo, no. El ejemplo de Agustín (capítulo 3) muestra que en este asunto no se trata solamente de vinculación moral, sino de la pregunta relativa a cómo puede el hombre permanecer fiel a la exigencia de trascendencia. La traición a la trascendencia, la transformación del hombre en un ser unidimensional, es para Agustín el mal propiamente dicho, el pecado contra el Espíritu Santo. Por tanto, el mal tiene algo que ver con la obstinación del espíritu y la indolencia del corazón. Schilling y Schopenhauer todavía se atienen a este punto de vista (capítulos 4 y 5). Ambos afirman que quien traiciona la necesidad metafísica, menoscaba dramáticamente las posibilidades humanas y se entrega a las luchas de autoafirmación, carentes de todo sentido. Pero ¿cómo podemos proteger al hombre contra el peligro de traicionarse a sí mismo? ¿Cómo podemos protegerlo contra él mismo? Agustín confía en la Iglesia, la institución sagrada

Ahora bien, aunque se haya disuelto la relación con Dios, puede conservarse la fe en las instituciones como muestra el ejemplo de Gehlen (capítulo 6) Las instituciones confieren duración, firmeza y límites a los asuntos humanos. Se trata particularmente de los límites, pues el drama de la libertad incluye también la voluntad de distinguirse, y distinguirse significa trazar límites.  Con la lucha en torno a la diferencia y al límite comienzan las relaciones elementales de enemistad (capítulo 7). Nosotros y los otros, el imperio y los bárbaros; esta división condiciona la dinámica de la historia, que en consecuencia es también una historia de las enemistades. Las espadas, solo se convierten en reja en reja de arado cuando han hecho su trabajo. Sin embargo, también es antiguo el sueño de la unidad pacífica del género humano (capítulo 8). Habla de ello la historia de la fracasada torre de Babel. Kant sometió este sueño a la comprobación de la razón. Se atenta a la necesidad de mantener la idea de la unidad, aunque sin olvidar la altura del salto a la realidad. Rousseau, en cambio, soñó con mayor entrega (capítulo 9). Se representa la historia mediante la imagen de la gran comunión. Sin embargo, puesto que el otro sigue siendo siempre el otro, la exigencia de unidad puede trocarse súbitamente en el sentimiento de estar rodeado de enemigos. Así le sucedió a Rousseau, que no asumió la pluralidad como estímulo. Procedió de distinta manera la tradición del pensamiento liberal, cuyo programa contra el mal proclama que no será posible mejorar a los hombres, sino que hay que invertir más bien en la racionalidad de las estructuras (capítulo 10). Lo que decide acerca de sí la historia se desarrolla hacia el bien o hacia el mal no es la constitución de los hombres, sino la manera de su unión mutua. Unos insisten en el mercado y la división de poderes, otros en las relaciones de producción. Pero en ambos casos se infravaloran los riesgos de la libertad. Hay abismos de la libertad, abismos que los excesos imaginarios del Marqués de Sade dejan entrever (capítulo 11). En su ejemplo puede descubrirse aquel mal sólo se quiere a sí mismo y en definitivamente sólo quiere la nada. Fue la estética de lo terrible la que exploró esa nada seductora y amenazadora (capítulos 12 y 13), hasta que con Nietzsche el nihilismo entró en la conciencia completa de sí mismo, proclamándose como sentido de la <gran política> la voluntad de poder y el trabajo en el <material humano> (capítulo 14). Con Hitler, el sombrío delirio del siglo se convirtió en seriedad sangrienta (capítulo 15) Hitler representa el último desenfreno de la modernidad. Desde entonces el último desenfreno de la modernidad. Desde entonces todos podemos saber cuán carente de suelo es la realidad humana. Cuando desapareció la fe en Dios, el centro de gravedad se desplazó hacia la fe en el hombre. Pero ahora hacemos el sorprendente descubrimiento de que la fe en el hombre era más fácil cuando se emprendía un rodeo a través de Dios

El penúltimo (capítulo 16) está dedicado a Job, para ocuparnos mediante su ejemplo con un tipo de devoción que incita a pensar hondamente. Esta carece de fundamento, y por ello se corresponde exactamente con el carácter abismal del mundo. Muestra también el tipo de relación que implica la confianza en el mundo (capítulo 17)

Esta confianza, ¿necesita buenas razones, o se parece más bien a una promesa acerca de la cual no sabemos con exactitud si la hemos recibido o la hemos dado?

ÍNDICE:

Prólogo

CAPÍTULO 1

= El origen y la catástrofe = El infierno de los dioses de Hesíodo = El pecado original en la Biblia y el nacimiento de la libertad = La genealogía de las negaciones = Caín y Abel = La carrera del diablo = La expulsión del paraíso y la fuga hacia la civilización = Noé = También Dios aprende a vivir con el mal

CAPÍTULO 2

= ¿Puede el hombre regirse por sí mismo? = La antigua confianza en sí mismo = El poder de la tradición = Sócrates busca nuevos caminos = La filosofía platónica de la vida lograda = El orden del alma y el orden de la ciudad = ¿Se puede caer del mundo?

CAPÍTULO 3

= La teoría de Max Weber sobre el rechazo religioso del mundo: el sufrimiento busca la trascendencia = El ansia agustiniana de Dios = El mal como traición a la trascendencia = El hombre unidimensional = La advertencia de Einstein sobre la perversión de la ciencia = El pecado contra el Espíritu Santo

CAPÍTULO 4

= La historia de la traición a la trascendencia en Schelling = El mal en Dios y el drama cósmico = La evolución de la conciencia = El hombre como cómplice de la nada = El Estado entre la anarquía y el terror del orden = ¿Por qué el mundo tiene necesidad de una revelación?

CAPÍTULO 5

=La voluntad ciega en Schopenhauer como corazón oscuro del mundo = La jungla de la naturaleza y de lo social = Vida sin confianza en el mundo = El misterio redentor de la negación de la voluntad = Instantes extáticos = La respuesta de Schopenhauer al mal: desaficionarse del mundo =Pensar en lugar de actuar

CAPÍTULO 6

= Sobre el sentido de la institución eclesiástica = La Iglesia de Agustín: una tienda para los peregrinos = Del éxtasis a la institución y a la inversa = La institución como protección frente al abismo del Alma = Arnold Gehlen,  un regreso de Agustín = El hombre como animal moldeable, la institución como cáscara = Ascética, sacrificio y alegría a pesar de todo

CAPÍTULO 7

= El animal dotado de conciencia se precipita en el tiempo = Thomas Hobbes = La preocupación por la lucha en torno al reconocimiento

= Caín y Abel = El sueño de la unidad del género humano = La torre de Babel y la unidad del género humano = La torre de Babel y la razón de su fracaso = El fundamento y los límites de la moral = El Estado de Platón y los bárbaros = La guerra de la dialéctica en Hegel = La roca primitiva de la enemistad

CAPÍTULO 8

= Kant y la paz perpetúa = La humanidad como idea y realidad = La búsqueda de un fundamento de la historia = Max Scheler y el genio de la guerra = Filosofía en la guerra civil = Las bóvedas que se derrumban en Plessner = Instantes de decisión = El enemigo de Carl Schmitt: la propia pregunta como figura

CAPÍTULO 9

= El hombre bueno y sus enemigos = La «voluntad general» de Rousseau = Del sentimiento tranquilo de la existencia a la manía persecutoria = El miedo a la libertad de los otros = Fantasías totalitarias = Rousseau, juez de Jean-Jacques = La defensa del refugio en la jungla de lo social = Lo asocial como el mal

CAPÍTULO 10

= Pluralidad como provocación = El optimismo ilustrado = Un programa contra el mal: el trabajo de la razón y la razón del trabajo = El redescubrimiento del pecado en Heine = Concepto positivo y negativo de libertad = División de poderes y mercado = Medramos compitiendo con nosotros mismos

CAPÍTULO 11

= Otra vez Kant: la liberación moral de la naturaleza = La naturaleza amenaza con la falta de sentido = El mal como precio de la libertad = Un doble sombrío de Kant: el Marqués de Sade = El orden de los excesos y la cópula sagrada = Juegos obscenos de la razón = Sade a la búsqueda del mal absoluto = El propósito de delito espiritual: la obra escrita

CAPÍTULO 12

= Estética de lo terrible = La mirada mala de Flaubert = Los sueños de Baudelaire sobre el patíbulo = El corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad =Lo absurdo en Camus = La náusea en Sartre = La imaginación, su carrera y sus riesgos = Los fuegos artificiales del romanticismo = El destino de la literatura moderna = Un ejemplo de Nooteboom = El mal en el arte: su vulnerabilidad por causa de sí mismo

CAPÍTULO 13

= Justificación del arte en un mundo malo = El vuelo del pájaro o la solidaridad con las galeras = El síndrome de Tolstoi: no cantar, sino luchar = Las tentaciones del arte: la moral, el poder, el mercado = A la búsqueda de la transgresión de los límites = La pureza de Kafka = Bataille: el mal sagrado

CAPÍTULO 14

= La naturaleza despiadada =El instinto de muerte en Sigmund Freud  = La dicha del conocimiento y la pérdida de las buenas razones = La ciencia alegre y el conocimiento insoportable = Las grandes Ofensas = Nietzsche y el nihilismo = La voluntad de poder

CAPÍTULO 15

= El concepto de lo demoniaco en Goethe = La sombra de Hitler = Mito fundacional negativo de Auschwitz = Sistema en lugar de pogromo = Violencia caliente, violencia fría = Verdad y mentira en la política = La imaginación toma el poder = La muerte de Dios y la dignidad humana

CAPÍTULO 16

= El Gran Inquisidor = El nihilismo del poder. Job, figura de un judaísmo que quiere cerciorarse de sí mismo después del Holocausto = Job y las consecuencias = El ateísmo de Epicuro = La teodicea de Leibniz = La solidaridad de Kant con Job = El fundamento desconocido desde el cual vivimos

CAPÍTULO 17

= La confianza en el mundo y lo que puede impedírnosla = Mefistófeles ayuda a establecerse en el mundo = La aclimatación de Fausto = La devoción de la naturaleza y su tribulación moderna: la contingencia = Sobre el comienzo = La valentía de ser = El espíritu del cómo – si = Obras que han influido en este libro

FICHA TÉCNICA:

1 Libro

288 Páginas

En formato de 22.5 por 14.8 cm

Traducción Raúl Gabás

Primera edición 2000

Primera edición en esta presentación 2020

1997 Carl Hanser Verlag GmbH & Co. KG Munchen

ISBN 9788490667859

Autor Rudiger Safranski

Editor TusQuets

 

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