EL MONSTRUO Y EL ASESINO EN SERIE
De Frankenstein a Hannibal Lecter
1 Libro Autores Vicente Garrido y Virgilio Latorre
EDITOR PLANETA – ARIEL
PRIMERA SERIE
LIBRO RECOMENDADO Y POR
ENCARGO
EN LA SINOPSIS:
Criminales
como Jeffrey Dahmer o Ted Bundy han cautivado al imaginario común,
introduciendo el arquetipo del asesino en serie a los referentes culturales que
comprendemos como la mitología del siglo XXI
Pero
¿de dónde viene nuestra macabra obsesión por estas figuras?
¿Cómo
ha influido la producción artística en el desarrollo de la categoría científica
del psicópata?
Es
en la literatura gótica clásica donde podemos ver indicios de esta condición
perturbadora
De
modo sorprendente, este género definió al serial
Killer que la ciencia ha validado con el devenir del tiempo
Libro inscrito en el área temática:
CIENCIAS HUMANAS Y SOCIALES / SOCIOLOGÍA / PSICOLOGÍA
/ ESTUDIOS
SOBRE LA VIOLENCIA
TOMADO DE LA INTRODUCCIÓN:
El
término <asesino en serie> ha llegado a constituir una marca registrada
para denotar la maldad, una fábula registrada para denotar la maldad, una
fábula reconocida en todo el mundo para representar la oscuridad inhumana
disfrazada de forma humana que aparece de la nada, una fuerza que aterroriza a
la humanidad hasta que esta logra destruirla
Escrito lo anterior por:
SARAH MARSHALL
ESCRITORA Y CRÍTICA
CULTURAL
La
maldad ha sido objeto de innumerables teorías y debates en filosofía y teología
durante siglos, a diferencia de las ciencias sociales y médicas, que han
desechado este concepto con el argumento de que estaba fuera de los límites de
la ciencia. Sin embargo, durante el siglo XIX alcanzaron notoriedad una serie
de criminales que parecían actuar de modo incomprensible, sin que sirvieran
para explicar sus delitos, los vicios y
debilidades característicos del ser humano como los celos, la avaricia o la
venganza
Del
mismo modo, tampoco les eran aplicables los tradicionales diagnósticos
asociados con la locura puesto que, a diferencia de los locos homicidios,
aquellos conservaban la capacidad de raciocinio, pues no presentaban síntomas
de delirio, su percepción y contacto con la realidad no estaban alterados por
alucinaciones visuales o auditivas, que son las más características de lo que
hoy en día llamaríamos trastornos mentales graves o psicosis
La
razón de esa notoriedad no era su novedad. La historia nos ha dejado claras
pruebas de que siempre ha existido ese tipo de criminales
Las
causas habría que encontrarlas en lo que sucedió durante el siglo XIX y, aunque
es mucho lo que podríamos señalar de esta época, para los propósitos de esta
obra nos ceñiremos a tres hechos fundamentalmente
El primero es
que el desarrollo industrial trajo consigo profundos y masivos desplazamientos
de migrantes desde el campo a las ciudades, lo que creó hábitats propicios para
el desarrollo de múltiples problemas sociales y sanitarios, entre los que
estaban la delincuencia y el crimen en sus formas más graves. Los estrechos
vínculos del mundo rural ya no funcionaban, la prioridad era la supervivencia
en barrios degradados que acogían a los obreros de las fábricas. Las
oportunidades para los depredadores humanos aumentaron de forma significativa,
también debemos de añadir la falta de una policía preparada (y una metodología
de investigación adecuada), que tuvo que esperar hasta bien entrado el siglo
XIX para constituirse en una fuerza profesional eficaz
El segundo hecho
se relaciona con el importante desarrollo que alcanzaron disciplinas
interesadas en estudiar al hombre, tales como la Medicina psiquiátrica y
forense, la Antropología, la Sociología y la Psicología. Los que cultivaban
estas ciencias, en la medida en que se interesaban por estudiar el crimen, se
referían a sí mismos como criminólogos y en este libro utilizaremos el término
Criminología para incluir los conocimientos relacionados con este campo, con
independencia de que sus disciplinas de origen fueran unas u otras, salvo que
sea pertinente precisarlo. Todo esto tiene sentido: en la medida en que
aumentaba el delito en las ciudades, era lógico que el estado no solo impulsara
la policía, sino también las ciencias que podían ayudar a entender sus
orígenes, así como controlarlo
El tercer elemento a
destacar es la aparición de una opinión pública a la que informar diariamente y
con celeridad. La gente quería saber lo que pasaba y en este siglo, sobre todo
en su tramo final, ya se dispuso de máquinas que podían imprimir velozmente
periódicos, panfletos y otros formatos de lectura, que llegaban con celeridad a
cualquier esquina de la ciudad. Esto significo que ciertos crímenes
<monstruosos> e <incomprensibles> alcanzaran una repercusión
extraordinaria, lo que antes no sucedía
El
resultado de estas circunstancias es evidente. Debido a que la sociedad había
cambiado profundamente (cientos de miles de personas viviendo hacinadas en
condiciones laborales de miseria y explotación), ahora el número de personas
que parecían estar locas –por sus
crímenes inmotivados- pero sin estarlo, realmente se había incrementado de
forma notable. Estos casos empezaron a ser muy publicitados y era normal que la
gente quisiera saber qué tipo de criminales eran y cómo se les podía
neutralizar. Finalmente, alienistas –el término para los psiquiatras de la
época- primero y criminólogos después reclamaron para sus especialidades
hacerse cargo de sujetos tan extraños, porque el siglo XIX fue también el
vivero del desarrollo científico que posibilitará la especialización
profesional en todas las ramas de la ciencia, un proceso que continuará durante
el siglo XX. Como consecuencia, los jueces tuvieron que dejar paso a los
testigos expertos en estas ciencias, porque las categorías tradicionales donde
ubicar a los acusados (<cuerdo>, <loco) no parecían ser aplicables a
estos individuos. Los alienistas y forenses aceptaron como misión probar de
algún modo que sus clientes, aunque no eran locos convencionales, sí que habían
sufrido –al menos en el momento de cometer el crimen- los efectos de una
aberración mental que había afectado sobre toda a su voluntad. Era una lucha
para que se rebajara su pena o se les considerara enajenados mentales, cuyo
destino debía ser entonces el manicomio y no la cárcel
Así
es como lo que hoy llamamos psicopatía empezó a forjarse como categoría médica
y criminológica. Solo que los primeros alienistas en estudiarla acuñaron
diferentes términos para designarla, entre los que acabó prosperando el
diagnóstico de <locura moral< (moral insanity), donde lo más definitorio
era la actividad criminal incontrolable e
incomprensible a cargo de sujetos que no estaban locos al modo tradicional,
pero que no eran normales, porque moralmente eran imbéciles o incapaces.
Entonces, por esta puerta, el Mal entró en el mundo de las ciencias
criminológicas: los locos morales eran los que, sin causa comprensible,
cometían actos atroces (malvados) que repugnaban a la sensibilidad humana. En
muchos de ellos –lo que aumentaba su sensacionalismo- había además actos sexuales
violentos que los individuos acusados de tales crímenes tenían que reconocer,
si querían que sus abogados pudieran esgrimir algún tipo de atenuante por
enajenación mental
La
parte I de esta obra: EL MONSTRUO Y EL ASESINO EN
SERIE; se ocupa de poner al lector en contexto de cuáles fueron los
caminos que emprendieron los criminólogos del siglo XIX para definir y
diagnosticar al psicópata. Por tanto, tenemos en el siglo XIX psicópatas
criminales y a finales del siglo XX aparecerán los llamados asesinos seriales.
Como es lógico, las noticias de esos casos no solo interesaron al público y a
los criminólogos, sino también a los artistas de la narración, a los
escritores. Estos no podían dejar pasar este crimen antinatural, especialmente porque estaban inmersos, como
artistas, en el movimiento gótico, que había aparecido a finales del siglo
XVIII, y una constante de ese movimiento era su interés por lo siniestro, lo
oculto, el crimen y la muerte. Justamente, como dice Marie Léger-St-Jean, en
este campo, <(…) la amenaza definitiva de la que trata el gótico es la
existencia de un mal incontrolable,
que invade nuestro mundo desde el exterior –como entidad supernatural- o desde
el interior –como entidad humana-. Pero no solo es un mal incontrolable, sino
que en la mirada gótica además se percibe como misterioso o incomprensible ante el sentido común y la ciencia
Precisamente
ante ese mal monstruoso –incontrolable y misterioso-, un puñado de escritores
extraordinarios, todo del reino Unido (porque este era el gran imperio
dominante en el mundo), por diferentes razones, empezaron a pensar en tramas
cuyo elemento esencial era un personaje que cometía crímenes atroces por
razones extraordinarias, un mal que resultaba incontrolable mientras el personaje siguiera con vida
En
este libro: EL MONSTRUO Y EL ASESINO EN SERIE: DE
FRANKENSTEIN A HANNIBAL LECTER; hemos seleccionado un canon de cuatro
novelas que tienen el común denominador de iluminar el origen y características
de esa maldad incontrolable. Frankenstein o el moderno Prometeo, El extraño
caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde, el Retrato de Dorian Gray y Drácula. Estas
novelas dieron cuerpo y aportaron ideas innovadoras a la investigación
científica sobre el psicópata (loco moral) en décadas posteriores, así como
acerca del asesino serial
La
parte II está dedicada a realizar un análisis de estas obras, poniendo el
acento en sus contribuciones para la formación de la categoría científica y
popular del psicópata y el asesino serial, al tiempo que discrepaban de modo
profundo y denunciaron las teorías criminológicas existentes para explicar su
naturaleza y los actos atroces que se le atribuían
Ahora
bien, estos monstruos atacaron a una o pocas personas, como hacen los
psicópatas y asesinos seriales en general (aunque algunos tienen cifras de dos
dígitos)
Otras
dos novelas que cierran el siglo gótico representaron al psicópata criminal de
masas, porque fueron capaces de unir la psicopatía con el ejercicio de poder,
en detrimento de la vida de mucha gente. Se trata de El Corazón de las Tinieblas, de Joseph Conrad, y La isla del Dr.
Moreu, de H. G. Wells. Estas obras visionarias ofrecen unas claves psicológicas
de enorme calado en la interpretación de los crímenes de guerra, genocidio y
asesinatos de masas, que desafortunadamente serán compañía habitual del siglo
al que ambas alumbran. A ellas se dedica la parte III
La
parte IV cambia totalmente de registro. Dejamos el gótico del siglo anterior y
entramos en la novela negra del siglo XX
La
segunda guerra Mundial ha mostrado lo que el hombre es capaz de hacer y aunque
se va a iniciar el periodo de mayor prosperidad económica y social de
Occidente, no todo lo que se espera va a ser bueno, o al menos así lo vieron
Patricia Highsmith y Jim Thompson que, en sus respectivas novelas, El Talento de Mr. Ripley y El Asesino de Mí, transformaron en clave
policíaca a los monstruos que habían descrito los escritos góticos, trasladándose a Estados Unidos, que había sustituido al Reino Unido en su papel de país
hegemónico
Del
mismo modo, estas novelas responden también a un contexto criminológico
distinto: los psicópatas ya no eran seres atávicos o degenerados. Durante el
medio siglo transcurrido, se había quedado en el desván de la ciencia el
paradigma del criminal atávico de Cesare Lombroso, y se había avanzado en la
comprensión del psicópata, pero hubo mucho desconcierto acerca del sentido real
de este término hasta que, en 1941, el psiquiatra norteamericano Hervey fijó el
paradigma, que continúa hasta la actualidad con su obra The Mask of Sanity (La
Máscara de la Cordura)
Highsmith
había leído muchas obras sobre psiquiatría, al igual que Thompson. El resultado
es que ambas novelas retratan a dos psicópatas, cada uno en un perfil
diferente, y en una fecha tan temprana como es inicios y mediados de los años
cincuenta asentaron las bases para el psicópata criminal y el asesino en serie
de la modernidad tardía. Para que el lector comprenda en qué medida fueron
visionarios estos dos maestros del género negro, hemos incluido en esta parte
un capítulo donde exponemos la figura del psicópata criminal y el asesino en
serie de la modernidad. Para que el lector comprenda en qué medida fueron
visionarios estos dos maestros del género negro, hemos incluido en esta parte
un capítulo donde exponemos la figura del psicópata en la investigación que
precedió y siguió en los años posteriores a estas dos obras
Finalmente,
la parte V se ocupa de manera concreta de presentar la figura del asesino en
serie en la modernidad tardía, y para ello en esta ocasión nos serviremos menos
de la literatura (El Silencio de los
corderos, de Thomas Harris) y más del cine (la película rodada en 1991 del
mismo título, basada en la obra de Harris) porque es innegable que, a
diferencia del siglo XX donde dominaba la novela, el siglo XX tuvo en este arte
el principal medio de entretenimiento y de construcción de relatos culturales
del mundo. Sin el cine no se puede entender la imagen colectiva actual del
psicópata criminal y del asesino serial. Todo empezó con Psicosis, en varios
sentidos: como obra maestra del cine, como expresión del horror en estado puro,
como relato que influirá sobre la percepción que tendrá el público de este tipo
de asesinos; pero también como heraldo de la época donde iban a aparecer
multitud de serial killers, en
Estados Unidos principalmente, pero con reflejo también en todo el mundo
La
visión que dio a la sociedad la obra de Alfred Hitchcock acerca del asesino
serial fue dominante hasta la llegada a las librerías de Hannibal Lecter en el
Silencio de los Corderos (1988) y, sobre todo, al cine (1991), ya que fue una
película alabada por la crítica y adorada por el público, que se hizo
enormemente popular. Lecter no es Norman Bates, es mucho más sociable,
inteligente, rico y cosmopolita. Lecter es el asesino de un tiempo en que los
peores cazadores humanos alcanzaron (y todavía sucede) el estatus de
celebridades. Pero la diferencia esencial es que Norman Bates es un asesino psicopático, y durante muchos años esa
era la imagen que tenía el público de este tipo de criminal (un loco homicida),
mientras que Lecter es claramente un psicópata
y, a pesar de ser un caníbal superdotado, representó ante el público la imagen
que Ted Bundy y Jeffrey Dahmer habían interpretado en la vida real. En ambos
tipos de asesinos, vemos huellas de Jekyll y Hyde y de Drácula. El maridaje
entre ciencia y arte (literatura y cine) continuó también durante el siglo XX y
prosigue en la actualidad (la serie Dexter), aunque más en las innumerables
horas de televisión que han propiciado las plataformas de streaming, que las
oscuras salas cinematográficas
La
tesis que exponemos en este libro es que un número reducido de grandes
literatos del siglo XIX pertenecientes al ámbito gótico (fundamentalmente) y,
en menor medida, del siglo XX, ayudaron a forjar con el genio de sus creaciones
la figura del psicópata criminal y del asesino en serie, toda vez que estas
aportaciones penetraron en el imaginario cultural y, desde allí, (rebotaron) e
influyeron en el desarrollo de los estudios científicos de la psicopatía,
incluso en la práctica de la investigación criminal. A su vez, los escritores
que analizamos en esta obra se caracterizaron, entre otras cosas, por seguir de
cerca los conocimientos psiquiátricos y psicológicos que iban alumbrando
diferentes teorías y aspectos del hecho criminal. Todo ello en su conjunto
conformó una alianza implícita y no reconocida entre científicos y escritores
en el ofrecimiento de visiones y descripciones del psicópata criminal. Ahora bien,
la alianza mencionada no significó que las corrientes científicas y literarias
estuvieran siempre de acuerdo. Bien al contrario, en muchas ocasiones, la
literatura discrepó profundamente del modelo científico de su época, algo que,
a nuestro juicio, permitió un avance muy importante en el estudio de la
psicopatía a partir, sobre todo, de la segunda mitad del siglo XX
¿Qué fue lo que aportaron los literatos?
En
suma, su contribución se centró en tres aspectos: el desarrollo del concepto
del doble, sombra o <lado oscuro>, donde se guardan fantasías inconscientes
e inconfesables (aunque no solo); el análisis del fracaso del desarrollo pleno
de la identidad humana (identidad fracasada, pero también <no identidad>)
y finalmente, la explicación de la maldad humana como forma de generar un
relato compensatorio de esa identidad malformada, mediante actos que buscan la
sensación de dominio y poder, concretados en actos monstruosos. Como corolario,
concluimos que el psicópata criminal y el asesino en serie sustituyeron al
viejo concepto de <monstruo> a partir de los años posteriores a la
Segunda Guerra Mundial, en buena medida debido a la influencia de las obras
literarias que analizamos (y a su posterior difusión gracias a incontables
adaptaciones en el arte cinematográfico y visual). De lo anterior se sigue, a
modo de conclusión, que los escritores góticos desplazaron la monstruosidad
desde el exterior (el aspecto físico) al interior del sujeto (su psicología o
mente) y, por consiguiente, potencialmente cualquiera podía ser un monstruo. Por
ello mismo, no existe una naturaleza
monstruosa a priori, sino que son los actos monstruosos a priori, sino que
son los actos monstruosos los que, a
posteriori, pueden llegar a definir a alguien como <monstruo>
ÍNDICE:
Portada
Sinopsis
Portadilla
Introducción
PARTE I
LA CIENCIA Y EL MONSTRUO
EN BUSCA DEL MONSTRUO
1.
El
horror, el monstruo y el asesino en serie
2.
La
criminología a comienzos del siglo XIX: el rostro delator
3.
La
criminología en el siglo XIX: nace el monstruo moral
PARTE II
EL SIGLO DE LOS MONSTRUOS
La
alianza entre los literatos y los científicos
4.
Frankenstein
o el moderno Prometeo
5.
El
extraño caso del Dr. Jekyll y Mr. Hyde
6.
El
retrato de Dorian Gray
7.
Drácula
PARTE III.
EL PSICÓPATA DE MASAS
LOS HERALDOS DEL APOCALIPSIS
8.
El
corazón de las tinieblas
9.
La
isla del Dr. Moreu
PARTE IV.
EL PSICÓPATA DE LA MODERNIDAD:
UN ENEMIGO DE CUIDADO
10.
El
psicópata como personalidad criminal
11.
El
talento de Mr. Ripley
12.
El
asesino dentro de mí
PARTE V.
EL ASESINO EN SERIE COMO MONSTRUO
PASIÓN POR MATAR
13.
El
asesino en serie
14.
Los
asesinos en serie como iconos del mal monstruoso
Epílogo
Anexos
Fuentes
y créditos de las imágenes
Fuentes
bibliográficas
Notas
Créditos
FICHA TÉCNICA:
1
Libro
690
Páginas
Pasta
delgada en color plastificado
Primera
edición 2023
Autores
Vicente Garrido y Virgilio Latorre
Editor
Planeta – Ariel
FAVOR DE PREGUNTAR
POR EXISTENCIAS EN:
Correo
electrónico:
Celular:
6671-9857-65
Gracias
a Google por publicarnos
Quedamos
a sus órdenes
EL MONSTRUO Y EL ASESINO EN SERIE
De Frankenstein a Hannibal
Lecter
=
= = = = = = = = = = = = =
2 comentarios:
Libro EL MONSTRUO Y EL ASESINO EN SERIE Editorial PLANETA - ARIEL
Autor Vicente Garrido
Valencia, España, 1958
Es doctor en Psicología y Graduado en Criminología, así como uno de los pioneros y de las autoridades más reconocidas en el ámbito de la criminología violenta. Su interés profesional ha basculado entre dos polos: por una parte, desarrollar programas de prevención de conductas antisociales en niños y jóvenes; por otra, llegar a comprender y tratar a los agresores más implacables y sistemáticos, incluyendo agresores sexuales y delincuentes psicópatas. Impulsor de la psicología criminal y de la pedagogía correccional, es autor de un importante trabajo científico y de divulgación en el ámbito de la criminología y la readaptación de los delincuentes. Ha sido consultor de Naciones Unidas para la prevención de la delincuencia en Latinoamérica, y un firme impulsor de los programas para tratar a jóvenes y adultos acerca de los cuales ha publicado numerosos artículos y libros, entre los cuales figuran El rastro del asesino, Cara a cara con el Psicópata, Los hijos tiranos y Perfiles criminales.
Libro EL MONSTRUO Y EL ASESINO EN SERIE Editorial PLANETA - ARIEL
Libro EL MONSTRUO Y EL ASESINO EN SERIE Editorial PLANETA - ARIEL
Virgilio Latorre
Virgilio Latorre es doctor en Derecho. Compagina el trabajo de profesor en la Universidad de Valencia con el de abogado. Ha escrito diversos artículos y libros, entre los que destacan Anatomía de un asesinato y El silencio de los corderos: una exploración del mal.
Libro EL MONSTRUO Y EL ASESINO EN SERIE Editorial PLANETA - ARIEL
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