JUGARSE LA PIEL
1 Libro Autor Nassim Nicholas Taleb
Editor Paidós
Primera edición 2019
ASIMETRÍAS OCULTAS EN LA VIDA COTIDIANA
Traducción por Antonio Francisco Rodríguez Esteban
LIBRO POR ENCARGO
Mismo autor del:
CISNE NEGRO
ANTIFRÁGIL
En
uno de sus libros más provocadores, el famoso pensador Nassim Nicholas Taleb
redefine lo que significa comprender el mundo, tener éxito en una profesión,
contribuir a una sociedad justa y equitativa, detectar el absurdo e influir en
los demás
Citando
ejemplos que van desde Hammurabi a Séneca, o del gigante Anteo a Donald Trump,
Taleb demuestra cómo la voluntad de aceptar los propios riesgos es un atributo
esencial de héroes, santos e individuos prósperos en todos los ámbitos de la
sociedad
Un
desafío a las antiguas creencias sobre los valores de aquellos que dirigen las
intervenciones militares, realizan inversiones financieras y difunden credos
religiosos
UNA VISTA AL CAPÍTULO 1
POR QUÉ CADA CUAL DEBERÍA COMERSE SUS PROPIAS TORTUGAS:
IGUALDAD E INCERTIDUMBRE
El
sabor de la tortuga — ¿Dónde están los nuevos clientes? —
«Sharía»
y asimetría — Primero están los suizos y luego
los
demás — Rav Safra y los suizos (otros suizos)
Quien
atrapa las tortugas debe comérselas, dice un refrán de la
Antigüedad
El
origen de la expresión es el siguiente. Se dice que un grupo de pescadores
atrapó una gran cantidad de tortugas. Una vez cocinadas, descubrieron que estos
animales marinos eran bastante menos comestibles de lo que creían: pocos
miembros del grupo estaban dispuestos a comérselas. Pero quiso la casualidad
que Mercurio pasara en ese momento por allí: Mercurio era un dios polifacético,
el que todo lo unía, pues era el dios del comercio y de la abundancia, de los
mensajeros y del inframundo, amén de ser el patrón de los ladrones y los
forajidos y, por supuesto, el dios de la suerte. Los pescadores lo invitaron a
comer tortuga con ellos. Pero Mercurio, sabiendo que lo invitaban a comer para
liberarse de un alimento no deseado, los obligó a ingerir las tortugas,
estableciendo así el principio según el cual tenemos que comernos aquello que
suministramos a los demás
CADA DÍA NACE UN NUEVO CLIENTE
He
aprendido una lección de mis propias e ingenuas experiencias: Ten cuidado con
la persona que te ofrece su consejo diciéndote que tienes que emprender cierta
acción «buena para ti» cuando en realidad también redundará en su beneficio,
toda vez que el perjuicio que tú sufras no le afectará a él
Evidentemente,
este consejo suele llegar sin que lo pidamos. La asimetría se presenta cuando
el consejo se te aplica a ti pero no a él: puede que te esté vendiendo algo, o
intentando que te cases con su hija o que contrates a su yerno.
Hace
años recibí una carta de un gestor de conferencias. La misiva era muy clara;
contenía diez preguntas del tipo « ¿Tendrás tiempo para responder preguntas?», «
¿Puedes ocuparte de la organización del viaje?». La cuestión aquí es que un
gestor de conferencias es alguien que debía facilitarme la vida y dejarme
tiempo para la búsqueda de conocimiento o lo que quiera que yo estuviera
buscando en ese momento (una comprensión más profunda de la jardinería, mis
colecciones de sellos, la genética mediterránea o unas recetas de platos con tinta
de calamar), dejando la carga más pesada para él mismo. Yo no era gestor de
conferencias, solo él podía hacer todas esas cosas; era él quien leía los
libros y penetraba en la mente de los intelectuales (en esa época no me sentía
insultado si me llamaban intelectual)
Como
había visto ya tantas personas que te ofrecen consejos no solicitados,
comprendí enseguida de qué iba todo aquello, y es que a lo largo de su
exposición aquel hombre me repetía una y otra vez que aquello «me convenía»
Aunque
no me convenció su argumento, me comporté como un imbécil y al final llegué a
un acuerdo con él, permitiéndole gestionar unos actos en el país en donde él
estaba radicado en aquel entonces. Las cosas fueron bien hasta que seis años
después recibí una carta de las autoridades fiscales de ese país. Contacté
rápidamente con él para preguntarle si otros ciudadanos de Estados Unidos
habían tenido un conflicto fiscal como el mío, o si tenía conocimiento de
alguna situación similar. Su respuesta, muy cortante, me llegó ipso facto: «No
soy tu asesor fiscal», y acto seguido se negaba a facilitarme información sobre
otros clientes estadounidenses que hubieran contratado sus servicios porque les
«convenía» y que se encontraran con el mismo problema.
De
hecho, en los pocos casos que soy capaz de recordar, siempre resulta que lo que
te presentan como algo bueno para ti en realidad solo es bueno para la otra
parte. Como agente, aprendes a identificar a las personas íntegras y a tratar
con ellas; son las que te informan de que tienen algo que vender, aclarando que
la transacción se efectúa en su propio beneficio, y que lo hacen con preguntas
como « ¿Te llama la atención?» (Una pregunta que pretende detectar si realmente
interesa lo que ofrecen)
Deshazte
como sea de esos individuos que quieren ofrecerte un producto disfrazado de
consejo. El relato de la tortuga es, en realidad, el arquetipo de las
transacciones humanas a lo largo de la historia
Una
vez trabajé para un banco de inversiones de Estados Unidos, una de esas
entidades a las que se llama «zapatitos blancos» porque sus socios eran
miembros de selectos clubs de golf en donde aquellos protoaristócratas jugaban
con calzado de color blanco
En
todas esas empresas se daba una imagen de ética y profesionalidad que se
fomentaba y protegía a toda costa. Pero el trabajo de los agentes (o
profesionales de las ventas) en los días en que llevaban zapatos negros era
«descargar» mercancías para «cargárselas» a los comerciantes, es decir, valores
que poseían en exceso y de los que necesitaban liberarse para reducir su perfil
de riesgo. Vender a otros distribuidores estaba totalmente descartado, ya que
los agentes profesionales, que normalmente no jugaban al golf, se olerían el
exceso de oferta y harían caer los precios. De manera que los agentes tenían que
vender su material a unos clientes concretos, que serían lo que usualmente se
llama la «parte compradora»
Algunos
agentes pagaban al personal de ventas con «puntos» (porcentuales), una
compensación variable que crecía a medida que aumentaba nuestro deseo de
deshacernos de esos valores
Los
agentes llevaban a cenar a los clientes, les ofrecían vino caro (a menudo, y de
forma ostentosa, el más caro de la carta) y obtenían un enorme rendimiento de
los miles de dólares gastados en restaurantes al descargar sobre aquellos el
material no deseado
Un
experto agente me explicó con toda franqueza: «Si le regalo una botella de vino
de dos mil dólares a uno de mis clientes, a alguien que trabaja para el
departamento de economía de un ayuntamiento y que compra sus trajes en unos
grandes almacenes de Nueva Jersey, le tendré atrapado durante los próximos meses.
Puedo obtener cien mil dólares de beneficio. No hay nada en el mercado que te
ofrezca esas ganancias»
Los
agentes aseguran a su cliente que hay un bono perfecto para su cartera, que
están seguros de que su valor aumentará y que el cliente lo lamentará si pierde
«esta oportunidad»: ese es el discurso más común. Ellos son expertos en el arte
de la manipulación psicológica, y al final logran que el cliente negocie, a
veces contra sus propios intereses, mientras está feliz y contento disfrutando
de su compañía. En una ocasión le preguntaron a uno de los comerciales de mayor
rango de una empresa, un hombre muy carismático que iba a trabajar en un Rolls
Royce con chófer, si los clientes no se molestaban cuando solo obtenían
migajas. «Estáfalos, no los cabrees», fue su respuesta. Luego añadió: «Recuerda
que cada día nace un nuevo cliente»
Como
bien sabían los romanos, uno elogia alegremente una mercancía cuando quiere
librarse de ella
El
precio del maíz en Rodas
Así
pues, «dar consejos» como argumento de venta es fundamentalmente poco ético: la
venta no puede equipararse a un consejo
Podemos
decirlo con toda seguridad. Se pueden dar consejos y se puede vender (proclamando
la calidad del producto), pero lo uno ha de mantenerse separado de lo otro
Pero
en el curso de la transacción se nos presenta otro problema: ¿cuánto ha de
contarle el vendedor a su posible comprador?
La
pregunta « ¿Es ético vender algo sabiendo que va a bajar de precio?» es ya muy
antigua, pero nada fácil de responder. El debate se remonta al mantenido entre
los filósofos estoicos Diógenes de Babilonia y Antípatro de Tarso, discípulo
del anterior, los cuales nos han aportado la base moral más elevada sobre la
información asimétrica y además avalan la ética defendida por este autor
No
se ha conservado ningún fragmento de estos autores, pero sabemos un poco
gracias a fuentes secundarias y, en el caso de Cicerón, de tercer orden La
historia, planteada por Cicerón en De officiis, dice así: supongamos que un
hombre transporta un gran cargamento de maíz desde Alejandría hasta Rodas en
una época en que el maíz tiene un precio elevado en Rodas debido a la escasez y
a la hambruna. Supongamos que ese hombre sabe además que han zarpado muchos
barcos de Alejandría en dirección a Rodas cargados con una mercancía similar.
¿Debe informar a los habitantes de Rodas?
¿Cómo
puede uno actuar de una manera honrosa o deshonrosa en tales circunstancias?
Los
operadores de ventas teníamos una respuesta clara. Una vez más, se trata de
«cargar»: hay que vender el producto sin informar a los potenciales compradores
de que tenemos grandes existencias de esta mercancía esperando a ser vendidas.
Un operador como debe ser no le haría eso a otros colegas; era el enfoque del «no
- no». Algo que se castigaba con el ostracismo. Pero sí que se podía hacer con
un mercado anónimo y con individuos anónimos no comerciantes, o con esos a los
que llamamos «los suizos», imbéciles escogidos al azar en lugares remotos. Hay
personas a las que estamos unidos por un vínculo relacional, mientras que con
otras mantenemos un vínculo transaccional
Ambas
estaban separadas por un muro ético, de la misma manera que no dañamos a los
animales domésticos porque consideramos que es algo cruel pero no aplicamos la
misma regla a las cucarachas
Diógenes
afirmaba que el vendedor debería revelar tanto como exigiera la ley civil.
Antípatro, en cambio, creía que había que contarlo todo —con independencia de
lo que marcara la ley—, para que el comprador supiera tanto como el vendedor
Resulta
evidente que la postura de Antípatro es más sólida, y que es válida para todo
tiempo, lugar, situación y color de ojos de los intervinientes
Pensemos
que:
Lo ético
siempre es más sólido que lo legal. Con el tiempo, lo legal acaba convergiendo
con lo ético, nunca a la inversa
Por
lo tanto:
Las
leyes vienen y van; la ética permanece
Y
es que la noción de «ley» es ambigua y muy dependiente de
la
jurisdicción: en Estados Unidos, la ley civil, gracias a las asociaciones de
defensa del consumidor y a otros movimientos similares, integra esta idea de la
revelación de información, mientras que otros países tienen leyes diferentes
Esto
es especialmente visible en las leyes del mercado de valores, ya que existen
regulaciones contra las inversiones «ventajistas» y contra el uso de
información privilegiada que hacen que esa revelación sea obligatoria en
Estados Unidos, aunque durante mucho tiempo no fue así en Europa
De
hecho, los bancos de inversión de mi época se dedicaban sobre todo a jugar con
las regulaciones, a buscar lagunas en las leyes. Pero resulta que, al contrario
de lo que nos dice la lógica, cuantas más regulaciones hay, más fácil es hacer
dinero
Igualdad
en la incertidumbre
Esto
nos lleva a la asimetría, el concepto fundamental que subyace a la idea de
jugarse la piel. La cuestión es la siguiente: ¿hasta qué punto pueden disponer
de información diferente el vendedor y el comprador de un producto? El
Mediterráneo antiguo y, en cierto modo, el mundo moderno parece haberse
inclinado hacia la postura de Antípatro. Aunque en el mundo anglosajón tenemos
«advertencias al consumidor» (caveat emptor), se trata de una idea bastante
nueva, y no generalizada, a menudo mitigada por leyes limón (en un principio se
decía que un coche era un «limón» si venía lastrado por algún defecto
permanente, por ejemplo, mi Mini descapotable, que no había forma de sacar del
taller; ahora la palabra se ha generalizado y se aplica a cualquier bicho
viviente)
Por
lo tanto, ante la pregunta planteada por Cicerón
en el debate entre los dos antiguos estoicos: « ¿Debe
un hombre decirle a sus clientes que les está vendiendo un vino en mal
estado?», todo el mundo se inclina por la transparencia, pero no
necesariamente a través de regulaciones sino merced al derecho de
responsabilidad civil y a la posible demanda por daños y perjuicios. Recordemos
que el derecho de responsabilidad civil obliga al vendedor a asumir ciertos
riesgos, razón por la cual es tan injuriado como detestado por las empresas.
Sin embargo, el derecho de responsabilidad civil tiene también efectos
secundarios; y es que solo se debería aplicar de una forma sensato, es decir,
de manera que no pueda ser burlado. Pero, como veremos en la visita al médico
que describimos más adelante, es socavado muy a menudo
La
sharía, la ley que regula las transacciones y las finanzas en el mundo
islámico, tiene interés porque preserva algunos de los métodos y prácticas
mediterráneas y babilónicas que se han perdido, no porque apuntale el ego de
los príncipes saudíes. Es algo así como una conjunción de la ley grecorromana
(tal como se refleja en el contacto de los pueblos semíticos con la escuela de
leyes de Beirut), las leyes comerciales fenicias, la legislación babilónica y
las costumbres comerciales de las tribus árabes; y, en este sentido, nos
permite acercarnos a antiguas tradiciones mediterráneas y semíticas
Por
lo tanto, concibo la sharía como un museo de la historia de las ideas en el que
podemos observar la simetría en las transacciones
La
sharía establece la prohibición de gharar, y lo hace de una forma muy drástica
para que esta pueda ser desterrada de cualquier transacción comercial. Es un
término extremadamente sofisticado de la teoría de decisiones que no existe en
nuestra lengua: implica tanto la incertidumbre como la decepción; desde mi
punto de vista, su significado va más allá de la asimetría de información entre
agentes, pues apunta más bien a la desigualdad de la incertidumbre. Dicho de otro
modo: como en una transacción se trata de que ambas partes sufran la misma
incertidumbre al afrontar acontecimientos aleatorios, la asimetría equivale al
robo. O más enérgicamente:
Ninguno
de los participantes en una transacción debe tener certidumbre alguna sobre su
resultado cuando la otra parte solo tiene incertidumbre
Como
todo concepto legal, el gharar tiene también sus defectos; de hecho, es una
idea bastante más débil que la de Antípatro
Si
en una transacción comercial solo una de las partes tiene certidumbres, se está
violando la sharía. Pero si se da una leve asimetría, por ejemplo, si alguien
posee información privilegiada que le permite mejorar sus resultados en el
mercado, no hay gharar, pues ambas partes están en la misma incertidumbre, dado
que el premio está en el futuro y solo Dios conoce lo que este nos depara. Por
otra parte, vender un producto defectuoso (teniendo la certeza de que existe
tal defecto) es ilegal
Por
tanto, el vendedor de maíz de mi primer ejemplo no incurre en gharar, cosa que
sí ocurre en el segundo caso, el del vendedor de vino en mal estado
Como
veremos, el problema de la asimetría es tan complicado que algunas escuelas
ofrecen soluciones éticas de distinto cariz; veamos primero el planteamiento
del Talmud
En
esta cuestión, la ética judía está más cerca de Antípatro que de Diógenes por
su tendencia a la transparencia. Considera que no solo debe haber transparencia
en lo que respecta a la mercancía, sino también en las intenciones del
vendedor, en lo que piensa en su fuero interno. El rabino medieval Shlomo
Yizhaki (o Salomón Isaacides), conocido como «Rashi», cuenta la siguiente
historia. A Rav Safra, un erudito babilonio del siglo III que era además un
comerciante muy activo, le ofrecieron unos bienes para que los vendiese
Un
día se presentó un comprador mientras él estaba rezando e intentó comprarle la
mercancía por un precio determinado, pero como el rabino no respondió, subió su
oferta
El
caso es que Rav Safra no tenía intención de vender su mercancía a un precio
superior a la primera oferta, pues sentía que debía honrar la intención inicial
La
pregunta que se nos plantea entonces es si Rav Safra está obligado a vender al precio
inicial o debe aceptar la segunda oferta, la que es mejor
La
transparencia total no es algo absurdo; de hecho es bastante frecuente en el
implacable mundo de las transacciones comerciales, en el mercado de valores que
era antes mi mundo
Como
agente bursátil me he enfrentado con frecuencia a este problema, y yo me sitúo
del lado de Rav Safra. Vamos a aplicar la lógica. Recordemos a los operadores
codiciosos que han aparecido en este mismo capítulo. A veces, yo ofrecía una
opción por cinco dólares, pero tras comunicarse con su cliente un agente me
proponía una «mejora» de 5,10 dólares. Algo no iba bien en esos diez céntimos
extra. Simplemente, no era una forma sostenible de hacer negocios
¿Y
si el cliente descubría que mi oferta inicial era de cinco dólares?
No
hay compensación económica que pueda cubrir esa vergüenza
La
sobrecarga en el precio cae en la misma categoría que el acto de «cargar» a la
gente con malas mercancías. ¿Qué sucedería si —siguiendo la historia de Rav
Safra— vendiera mi producto a un cliente por el precio extra y a otro se lo
ofreciera por el inicial y resulta que los dos se conocen?
¿Y
si fueran agentes del mismo cliente?
Puede
que no sea algo exigible desde el punto de vista ético, pero la política más
eficaz y más libre de vergüenza es la transparencia máxima, la cual incluye la
transparencia de intenciones
Ahora
bien, no sabemos si el comprador de nuestra historia era un «suizo», una de
esas criaturas marginales a las que no se aplican nuestras reglas éticas
Sospecho
que se trataría de alguien que aplica nuestras reglas éticas de un modo más
relajado o que no las aplica en absoluto
Recordemos
nuestro análisis de Kant: la teoría es demasiado teórica para los seres
humanos. Cuanto más circunscrita esté nuestra ética, cuanto menos abstracta
sea, mejor funcionará. Es la única forma de que el sistema funcione
correctamente, tal como veremos más adelante con el caso de Elinor Ostrom
Aunque
fue nuestro viejo y querido amigo Friedrich Nietzsche quien apuntó la cuestión
mucho antes que Ostrom: Sentir simpatía hacia todos será tiranía para ti, mi
buen vecino
Nietzsche,
por cierto, es la única persona con la que Tony el Gordo dijo que nunca
debatiría (después de haber oído sus citas)
MIEMBROS Y NO MIEMBROS
La
exclusión de los «suizos» de nuestro reino ético no es trivial. Yo creo que la
magnitud de las cosas no «crece» ni se generaliza, razón por la cual tengo
problemas con los intelectuales que hablan de nociones abstractas
Un
país no es una gran ciudad, una ciudad no es una gran familia y el mundo, por
más que digan, no es una gran aldea. Aquí discutiremos algunas transformaciones
de escala y dejaremos otras para el apéndice del libro III.
Cuando
los atenienses sostienen que debe tratarse a todas las opiniones por igual
porque eso es la «democracia», solo lo aplican a sus ciudadanos, no a los
esclavos ni a los metecos (equivalentes en nuestra época a las personas que disfrutan
de un permiso de trabajo o de residencia permanente)
En
efecto, el código de Teodosio despojaba de sus derechos legales a los
ciudadanos romanos casados con «bárbaros» y, por lo tanto, les privaba de la
igualdad legal. Estas personas ya no pertenecían al club. La ética judía, en
cambio, distingue entre relaciones estrechas de parentesco y relaciones
diluidas: todos somos hermanos, pero algunos son más hermanos que otros
En
las sociedades antiguas y posteriores a las clásicas, los ciudadanos libres solían
formar parte de asociaciones campestres, con reglas y conductas similares a las
actuales y una clara delimitación entre miembros y no miembros. Como bien saben
los miembros de cualquier club, toda asociación se constituye con el fin de
excluir a otras personas y limitar su tamaño
Los
espartanos podían atrapar y matar a los ilotas, a los no ciudadanos con estatus
de esclavos, en el curso de su entrenamiento, pero en cualquier otro sentido
estos eran iguales a los demás espartanos y se esperaba que murieran por Esparta.
Las grandes ciudades del mundo precristiano, especialmente en el Levante y en
Asia Menor, bullían de fraternidades y clubes, de sociedades abiertas y (a
menudo) secretas, había incluso asociaciones funerarias, cuyos miembros
compartían los costes del sepelio y participaban en las ceremonias
En
la actualidad, el pueblo romaní (los gitanos) mantiene unas estrictas reglas de
conducta para los gitanos y otras muy distintas para los impuros no gitanos a
los que ellos llaman payos. Como ha observado el antropólogo David Graeber,
incluso el banco de inversiones Goldman Sachs, conocido por su agresiva
avaricia, actúa como una asociación comunista de puertas para adentro, gracias
al sistema de cooperación imperante en su estructura de gobierno
Así
pues, todos aplicamos nuestras propias reglas éticas pero existe un límite más
allá del cual las reglas dejan de tener validez
Es
lamentable, pero la verdad es que lo general mata a lo particular
La
cuestión que reexaminaremos más adelante, una vez hayamos analizado con más
detalle la teoría de la complejidad, es si resulta posible ser al mismo tiempo
una persona ética y universalista
En
teoría, sí, pero desgraciadamente en la práctica no sucede lo mismo
Pues
cuando en un club el «nosotros» llega a ser muy numeroso, la situación se
degrada y cada cual empieza a luchar por sus propios intereses. Lo abstracto es
demasiado abstracto para nosotros
Por
eso defiendo los sistemas políticos que actúan primero en los municipios y
luego van subiendo de nivel (irónicamente, como los «suizos» de Suiza), en vez
de la situación contraria, que desemboca en Estados de mayor tamaño
Ser
en cierto modo tribales no es algo malo: debemos aplicar un enfoque fractal a
las relaciones armoniosas y organizadas entre las tribus, en lugar de fusionar
todas las tribus en un gran conjunto. Aquí el sistema ideal es el federalismo
al estilo americano
Esta
transformación de escala desde lo particular a lo general es lo que explica mi
escepticismo con respecto a la globalización desenfrenada y a los grandes Estados
centralizados y multiétnicos
El
físico e investigador de la complejidad Yaneer Bar-Yam ha demostrado de forma
muy convincente que «unas mejores vallas hacen mejores vecinos», algo que los
«políticos» y los Gobiernos locales no logran entender cuando se trata de
Oriente Próximo
La
escala importa, nunca me cansaré de repetirlo. Se ha demostrado que poner a los
chiitas, los cristianos y los suníes en un lugar y pedirles que canten el
«Kumbayá» en torno al fuego mientras se dan la mano en nombre de la unidad y la
fraternidad es una estrategia condenada al fracaso
(Los intervencionistas
no han entendido aún que el «deber» no es una declaración lo suficientemente
válida desde el punto de vista empírico como para «construir naciones»)
Tildar
a la gente de «sectaria» —en lugar de sacar el mejor partido de esa tendencia
natural— es una de las estupideces de los intervencionistas. Separa a las
tribus por razones administrativas (como hicieron los otomanos) o coloca postes
indicadores en algún lugar y verás cómo, de pronto, las tribus se hacen amigas
de una manera espontánea
El
Levante ha sufrido (y sigue sufriendo) la intervención de unos arabistas
occidentales (normalmente anglosajones) enamorados de su objeto de estudio,
pero que no se jugaban la piel en él, y que en cierto modo tienen la perversa
misión de destruir las lenguas y las culturas indígenas locales, al tiempo que
separan al Levante de sus raíces mediterráneas
Pero
no hace falta ir tan lejos para comprender la importancia de la escala
Sabemos por instinto que
uno se lleva mejor con sus vecinos que con su compañero de habitación
Si
pensamos en ello, resulta algo obvio, banal incluso, si comparamos la bien
conocida conducta de las multitudes en el «anonimato» de las grandes ciudades
con la de los grupos humanos en pueblos pequeños
Suelo
pasar algún tiempo en mi pueblo natal, donde todos parecen formar parte de la
misma familia. Toda persona acude al funeral de los demás (las asociaciones
funerarias existían sobre todo en las grandes ciudades), ayuda a sus vecinos y se
preocupa por ellos, aunque odie a su perro
No
hay forma de lograr la misma cohesión en una gran ciudad, porque aquí el «otro»
es una entidad teórica y nuestro comportamiento hacia él o ella viene dado por
una regla ética general, no por alguien de carne y hueso
Es
algo fácilmente comprensible si lo observamos desde esta perspectiva, pero
nunca lograremos generalizar que la ética es algo fundamentalmente local
¿Por
qué razón? Pues porque la modernidad ha introducido
en
nuestra mente la idea de que existen dos unidades distintas: lo individual y lo
colectivo universal; y en ese sentido, la idea de jugarse la piel se te aplica
a ti como unidad individual
Nuestra
responsabilidad, sin embargo, se extiende a un conjunto mayor de personas, en
el cual encontramos una familia, una comunidad, una tribu, una fraternidad.
Pero es muy probable que no extienda hasta lo universal
«Non mihi non tibi, sed
nobis» (ni tuyo ni mío: nuestro)
Entremos
en los entresijos de la idea de Ostrom. La «tragedia de los bienes comunes»,
tal como la exponen los economistas, se explica como sigue: los bienes comunes
conforman una propiedad colectiva, por ejemplo, un bosque, unas aguas para
pescar o el parque público de una ciudad. Desde el punto de vista colectivo,
los granjeros, en tanto comunidad, prefieren evitar el sobrepastoreo, y los
pescadores prefieren no caer en la sobrepesca, porque, si no, su preciado
recurso se degrada
Sin
embargo, cada granjero o pescador individual se beneficiaría personalmente si
sobreexplotara los pastos o la pesca, siempre y cuando los otros no hicieran lo
mismo
Esto
es justamente lo que molesta al socialismo, que los intereses de los individuos
no vayan muy bien en un régimen de colectivización. Pero es un error pensar que
las personas solamente puedan funcionar bajo un sistema de propiedad privada
Lo
que Ostrom descubrió empíricamente es que existe un cierto tamaño de comunidad
por debajo del cual la gente actúa en términos colectivos, protegiendo los
bienes comunes, como si toda la unidad fuera racional. Esos bienes comunes no
pueden ser muy grandes. Son algo así como un club. Aquí los grupos se comportan
de forma diferente pero en una escala diferente. Esto explica por qué lo
municipal es diferente a lo nacional. Y también explica cómo operan las tribus:
uno forma parte de un grupo mucho mayor que su estrecha individualidad, pero
más limitado que la humanidad en general
Ahora
bien, la gente que forma parte de un grupo comparte algunas cosas, pero no
todas. Y además sus relaciones con el exterior están reguladas por ciertas
normas. Las tribus de pastores árabes, por ejemplo, tienen firmes reglas de
hospitalidad para los extranjeros pacíficos que no supongan una amenaza para sus
bienes comunes, pero son muy violentas cuando el extranjero representa un
peligro.
Definición
de un bien común en el que se asumen riesgos: espacio en el que los demás te
tratan como tú los tratas a ellos, donde todo el mundo aplica la regla de plata
El
término «bien público» es muy abstracto, no es más que un concepto extraído de
un manual. En el capítulo 19 veremos que un «individuo» es una entidad mal
definida. Es más probable que «yo» sea un grupo que una sola persona.
¿ESTÁS EN LA DIAGONAL?
Hay
unas palabras de los hermanos Geoff y Vince Graham que resumen perfectamente el
carácter ridículo del universalismo político libre de escalas
A
escala federal, soy liberal;
a
escala estatal, republicano;
a
escala local, demócrata;
y
con mi familia y mis amigos, socialista.
Si
estas palabras no te convencen de la necedad de las etiquetas
Izquierda
- derecha, nada lo hará.
Los
suizos están obsesionados con la gestión, y de hecho su sistema político no es
de «izquierdas» ni de «derechas», sino que se basa en la gestión. En una
ocasión, el meticuloso matemático Hans Gersbach organizó en Zúrich un seminario
sobre asunción de riesgos, en el que se analizaba la manera de recompensar (y
castigar) adecuadamente a aquellos políticos cuyos intereses no estuvieran alineados
con los de las personas a las cuales representaban
Me
sorprendió comprobar que si en Suiza y en otros países germánicos las cosas
funcionan bien no es por la rendición de cuentas sino por su tamaño, que los
predispone a rendir cuentas; por eso, Alemania es una federación.
AHORA VAMOS A APLICAR
ESTO AL REPARTO DE RIESGOS
Todos
(literalmente) en el mismo barco El griego es una lengua tan precisa que
dispone de una palabra para describir lo opuesto a la transferencia de riesgos:
el reparto del riesgo. Se dice synkyndineo y significa «asumir riesgos juntos»,
lo cual era algo obligatorio en las transacciones marítimas
En
los Hechos de los Apóstoles se describe un viaje de san Pablo en un barco de
carga desde Sidonia hasta Creta y Malta. Por el camino los sorprende una
tormenta, y «cuando comieron lo que quisieron aligeraron el barco arrojando el
maíz por la borda»
Aunque
la tripulación entera se había desprendido de algún bien particular, todos
tuvieron que asumir su parte en las mercancías pérdidas, y no solo los
propietarios específicos
Seguían
una práctica que databa del 800 a. C. y que estaba registrada en la Lex Rhodia,
la Ley de Rodas, así llamada por la isla egea de Rodas; el código no se ha
conservado pero ha sido citado desde la Antigüedad. Según él, en toda
contingencia se han de repartir equitativamente los riesgos y los costes, sin
tener en cuenta la responsabilidad. El Código de Justiniano lo resume así:
La Ley de Rodas establece
que si se tira mercancía para aligerar
la
carga del barco, lo que se ha perdido para beneficio de todos
debe
recuperarse mediante la contribución de todos.
El
mismo mecanismo de reparto de riesgos se aplicaba a las
caravanas
que atravesaban las rutas del desierto
Si
la mercancía se perdía o era robada, todos los mercaderes tenían que sufragar
los costes, no solo su propietario
El
erudito en lenguas clásicas Armand D’Angour tradujo synkyndineo al latín como
compericlitor; por lo tanto, si hay que traducirlo al español, debería ser
compericlidad, y su opuesto, la transferencia de riesgos a lo Bob Rubin, sería
incompericlidad. Pero creo que por el momento podemos decir, simplemente,
«reparto de riesgos»
Ahora
abordaremos algunas distorsiones derivadas de la introducción de la idea de
jugarse la piel
Es
una buena compra
Una
vez fui a la televisión para publicitar un libro recién publicado y quedé
atrapado en el estudio, condenado a formar parte de una mesa redonda con dos
periodistas y el presentador del programa
El
tema del día era Microsoft, una empresa que ya existía en aquella época
Todo
el mundo intervino, incluido el presentador. Cuando llegó mi turno dije: «No
poseo acciones de Microsoft, no puedo beneficiarme de sus pérdidas, por lo
tanto no puedo hablar de ello»
Al
decir esto estaba repitiendo una de las frases de la primera parte del prólogo:
«No me digas lo que piensas, dime lo que hay en tu cartera». Una
inconmensurable confusión se traslució en el rostro de los presentes: se supone
que un periodista no puede hablar de las acciones que posee, y lo que es peor,
se supone que siempre ha de opinar sobre cosas que apenas sabe situar en un
mapa. Un periodista ha de ser un «juez» imparcial, pero, a diferencia del caso
De
Sisamnes, no sufre la amenaza de ver su piel destinada a otro uso
Hay
dos formas de decir que algo «es una buena compra»
Una: consiste en comprar unas acciones
porque nos gustan, y luego comentarlo (y revelar nuestra propiedad): el
defensor más fiable de un producto es su usuario
Otra es comprar las acciones para
hacer alarde de las virtudes de la empresa, y luego venderlas, beneficiándonos
de este alardeo; es lo que se conoce como manipulación del mercado y,
evidentemente, implica un conflicto de intereses
Eliminamos
la asunción de riesgos en los periodistas para evitar la manipulación del
mercado, creyendo que esto supondrá un beneficio para la sociedad
En
este libro: JUGARSE LA PIEL; sostenemos que
tanto esto (la manipulación del mercado) como los conflictos de interés son
menos dañinos para la sociedad que la impunidad ante un mal consejo. Como luego
veremos, la razón principal es que, si no hay asunción de riesgos, los periodistas,
para sentirse a salvo, imitarán la opinión de otros periodistas, creando así
una monocultura y hasta espejismos colectivos
En
general, jugarse la piel implica entrar en un conflicto de interés
Espero
que este libro: JUGARSE LA PIEL; contribuya a
demostrar que lo primero es más importante que lo segundo. No hay problema en
que la gente tenga un conflicto de interés, siempre que este sea coherente con
la asunción del riesgo de pérdidas
UNA BREVE VISITA A LA
CONSULTA DEL MÉDICO
El
médico no tiene el problema de Anteo: la medicina, aunque envuelta en los
ropajes de la ciencia, se basa fundamentalmente en el aprendizaje y, como la
ingeniería, actúa sobre la base de la experiencia, y no solo a partir de
teorías y pruebas experimentales
Si
los economistas dicen «asumamos que...» para luego producir alguna extraña
teoría, los médicos en cambio recurren a algo diferente
Se
juegan la piel en diversos grados, aunque quizás no lo hagan del todo en el
efecto de agencia que separa al cliente del proveedor
Y
los intentos de colocar la asunción de riesgos en este campo han provocado
algunos efectos adversos, ya que se traspasa la incertidumbre del médico al
paciente
El
sistema legal y las medidas reguladoras probablemente pondrán la
responsabilidad del médico en el lugar equivocado
¿Cómo?
El problema reside en la dependencia de los parámetros
Cada
parámetro es manipulable: la bajada de colesterol que mencionamos en la primera
parte del prólogo es una técnica de manipulación de parámetros llevada al
límite. De forma más realista, a un oncólogo o a un hospital se los juzga por
la tasa de supervivencia de sus pacientes a los cinco años del tratamiento, que
adopta modalidades distintas en cada nuevo paciente. La cirugía láser (un
procedimiento quirúrgico muy preciso) y la terapia de radiación, que resulta
tóxica tanto para el paciente como para el propio cáncer, se compensan entre
sí. Desde el punto de vista estadístico, la cirugía láser puede arrojar peores
resultados a los cinco años en comparación con la radiación, pero esta tiende a
crear tumores secundarios a largo plazo y, en términos comparativos, ofrece una
supervivencia limitada a los veinte años del tratamiento
Dado
que la ventana de oportunidad utilizada para el cálculo de la supervivencia del
paciente es de cinco años y no de veinte, el mayor incentivo reside en la
radiación
Por
lo tanto, es probable que el médico aleje la incertidumbre
de
sí eligiendo la segunda mejor opción.
El sistema obliga al
médico a transferir el riesgo de sí mismo al
paciente, del presente
al futuro y del futuro inmediato a un futuro
más lejano
Cuando
visites una consulta médica has de recordar que el doctor, a pesar de su
aspecto autoritario, es alguien que se encuentra en una situación delicada Él
no es tú, ni es un familiar tuyo, por lo que no experimenta una pérdida
emocional directa si tu salud se degrada
Pero,
como es natural, quiere evitar que le demandes, porque eso podría resultar
desastroso para su carrera
Algunos
parámetros pueden matarte. Imagina que visitas a un cardiólogo y resulta que te
encuentras en la categoría de riesgo moderado, una situación que en realidad no
aumenta tu riesgo de sufrir una dolencia cardiovascular pero que es la antesala
de una fase preocupante. (Aquí hay una fuerte no linealidad: una persona clasificada
como prediabética o prehipertensa se encuentra, en términos probabilísticos, un
90% más cerca de una persona normal que alguien que presente esas dolencias.)
Sin embargo, al médico se le presiona para que se proteja a sí mismo. Si el
paciente muriese unas semanas después de la visita, algo poco probable, el
médico podría ser acusado de negligencia por no haberle recetado el medicamento
que en ese momento se consideraba más útil (como sucedió con las estatinas),
pero que ahora, conforme a lo que sabemos, estuvo respaldado por estudios
sospechosos o incompletos. Puede que el médico sepa, en su fuero interno, que
las estatinas son perjudiciales por los efectos secundarios que tienen a largo
plazo
Sin
embargo, las empresas farmacéuticas han logrado convencer a todo el mundo de
que estas consecuencias todavía no detectadas son inocuas, cuando lo más
correcto y previsor es considerarlas potencialmente dañinas
De
hecho, salvo en los casos de pacientes graves, los riesgos de este fármaco
superan a sus beneficios. Aquí los riesgos médicos a largo plazo son
invisibles, solo se manifestarán con el tiempo, pero el riesgo legal es
inmediato. Sucede lo mismo que con el comercio a lo Bob Rubin: los riesgos se
difieren y se hacen invisibles
¿Y
podemos conseguir que la medicina sea menos asimétrica?
Sí,
pero no de una manera directa; como ya discutí en Anti frágil y, más
técnicamente, en otro lugar, el paciente debería evitar el tratamiento cuando
su dolencia sea leve y recurrir a la medicina solamente en «situaciones extremas»,
es decir, para solucionar dolencias severas y muy ocasionales
El
problema es que los enfermos leves constituyen un segmento de la población
mucho mayor que el de los enfermos graves (y además se espera que estas
personas vivan más tiempo y consuman más medicinas); por lo tanto, las empresas
farmacéuticas tienen un claro incentivo para centrarse en ellas. (Los
fallecidos, según me dicen, dejan de tomar medicinas.)
En
suma, tanto el doctor como el paciente se juegan la piel, aunque no de una
forma perfecta, mientras que los administradores no se juegan nada, y esta
parece ser la causa del mal funcionamiento del sistema. En todos los lugares
del planeta, en todas las épocas y en todos los negocios y empresas, los
administradores han sido siempre una lacra
A CONTINUACIÓN
Este
capítulo nos ha presentado el problema de la agencia y del reparto de riesgos
desde un punto de vista comercial y ético, asumiendo que ambas facetas no
pueden disociarse. También hemos presentado el problema de la escala. A
continuación intentaremos ahondar en las asimetrías ocultas que convierten a
los agregados en unos extraños animales
ÍNDICE:
LIBRO I
INTRODUCCIÓN
= Los
aspectos menos obvios de jugarse la piel
= Prólogo
(primera parte): Anteo vapuleado
= Libia
después de Anteo
«Ludis
de alieno corio»
= Los
señores de la guerra siguen ahí
= Comercio
a lo Bob Rubin
= Los
sistemas aprenden por eliminación
= Prólogo
(segunda parte): Una breve panorámica
de
la simetría
I.
= De
Hammurabi a Kant
= Hammurabi en París
= La plata vence al oro
= El universalismo «olvídate de eso»
II.
= De
Kant a Tony el Gordo
= Pillo, loco o las dos cosas
= Opacidad causal y preferencias reveladas
= Jugarse la piel, pero no continuamente
III.
= Modernidad
= Cómo
iluminar a un orador
= Sencillez
= Soy un bobo que no se juega la piel
= Regulaciones frente a sistemas legales
IV.
= Jugarse
el alma
= Artesanos
= Aviso a emprendedores
= Con ser arrogante basta
= Ciudadanos de Plaisance
= Los héroes no eran ratones de biblioteca
= Jugarse el alma y un poco de proteccionismo
(no
mucho)
= Dejarse la piel por romper las reglas
= Prólogo
(tercera parte): Las costillas de Incerto
= El
camino
= Un
detector mejorado
= Los
reseñistas del libro
= Organización
del libro
= Apéndice:
Asimetrías en la vida y en las cosas
LIBRO II
UNA APROXIMACIÓN A LA AGENCIA
1.
= Por
qué cada cual debería comerse sus propias tortugas:
igualdad
e incertidumbre
= Cada día nace un nuevo cliente
= El precio del maíz en Rodas
= Igualdad en la incertidumbre
= Rav Safra y los suizos
= Miembros y no miembros
= «Non mihi non tibi, sed nobis» (ni tuyo ni
mío: nuestro)
= ¿Estás
en la diagonal?
= Todos (literalmente) en el mismo barco
= Es una buena compra
= Una breve visita a la consulta del médico
= A continuación
LIBRO III
ESA ENORME ASIMETRÍA
2.
= Gana
el más intolerante: el dominio
de
la minoría tozuda
= Delincuentes
con alergia a los cacahuetes
= Grupo de renormalización
= El veto
= Lengua franca
= Genes frente a lenguas
= La calle de un solo sentido de las religiones
= La descentralización, una vez más
= Imponer la virtud a los demás
= La estabilidad de la regla de la minoría, un
argumento
probabilista
= La paradoja de Popper-Gödel
= La irreverencia de los mercados y la ciencia
«Unus sed leo»: solo uno, pero león
= Resumen y continuación
= Apéndice
al libro III:
Algunos
aspectos contradictorios
de
lo colectivo
= Mercados de inteligencia cero
LIBRO IV
LOBOS ENTRE PERROS
3.
= Cómo
adueñarse legalmente de otra persona
= Adueñándonos
de un piloto
= De
hombre de empresa a sujeto empresarial
= La
teoría de la empresa de Coase
= Complejidad
= Una
curiosa forma de poseer esclavos
= La
libertad nunca es libre
= Lobos
entre perros
= Aversión
a la pérdida
= Esperando
a Constantinopla
= No
desestabilices el reino de Burocristán
= A
continuación
4.
= Cuando
los demás se juegan la piel por ti
= Una
hipoteca y dos gatos
= Encontrando
vulnerabilidades ocultas
= Cómo
lograr que los terroristas suicidas se la jueguen
= A
continuación
LIBRO V
ESTAR VIVO SIGNIFICA ASUMIR
ALGUNOS RIESGOS
5.
= La
vida en una máquina de simulación
= Jesús
asumía riesgos
= La
apuesta de Pascal
= Matrix
= Ese
hombre llamado Donald
= A
continuación
6.
= Intelectual pero idiota
= Dónde hay un coco
= Ciencia
y cientifismo
= Intelectual
pero filisteo
= No
te emborraches nunca con un ruso
= Para
concluir
= Coda
7.
= Desigualdad
y jugarse la piel
= Desigualdad
frente a desigualdad
= Lo
estático y lo dinámico
= El
piketismo y la revuelta de los mandarines
= El
zapatero envidia al zapatero
= Desigualdad,
riqueza y socialización vertical
= Empatía
y homofilia
= Data,
shmata
= La
ética de la administración pública
= A
continuación
8.
= Un
experto llamado Lindy
= ¿Quién
es el «verdadero» experto?
= El
Lindy de Lindy
= ¿Necesitamos
un juez?
= Té con la reina
= Instituciones
= Contra
nuestros propios intereses
= Jugarse
el alma, otra vez
= La
ciencia y su inclinación Lindy
=¿Empírico
o teórico?
= La
abuela frente a los investigadores
= Una
breve panorámica de la sabiduría de tus abuelos
LIBRO VI
PROFUNDIZANDO EN LA AGENCIA
9.
= Los
cirujanos no deberían parecer cirujanos
= Dar
el pego
= La
falacia de la leña verde
= Plan
de negocio de la indumentaria idónea
= Un
obispo para Halloween
= El
nudo gordiano
= Sobreintelectualización
de la vida
= Otra
empresa de intervención
= Ora
y arroz
= La
compensación
= La
educación como bien de lujo
= Una
detección heurística de las estupideces
= Los
gimnasios de verdad no parecen gimnasios
= A
continuación
10.
= Solo
los ricos están envenenados: las preferencias de los demás
= «Venenum
in auro bibitur»
= Grandes
casas fúnebres
= Conversación
= La
no linealidad del progreso
= A
continuación
11.
= «Facta,
non verba» (Hechos, no palabras)
= Una
oferta difícil de rechazar
= La
secta de los asesinos
= El
asesinato como «marketing»
= El
asesinato como democracia
= La
cámara fotográfica para jugarse la piel
12.
= Los
hechos son ciertos, las noticias falsas
= Cómo
estar en desacuerdo con uno mismo
= A
la información no le gusta tener dueños
= La
ética del desacuerdo
= A
continuación
13.
= La
mercantilización de la virtud
= Lo
público y lo privado
= Los
mercaderes de la virtud
= ¿Ser
o parecer?
= La
simonía
= La virtud atañe a nuestro prójimo y a la
colectividad entera
= Virtud
impopular
= Asumir
riesgos
14.
= Paz
sin tinta ni sangre
= Marte
frente a Saturno
= ¿Dónde
están los leones?
= La historia contemplada desde la sala de
emergencias
de
un hospital
= A
continuación
LIBRO VII
RELIGIÓN, CREENCIAS Y JUGARSE LA PIEL
15.
= Cuando
la gente habla de religión no sabe de qué habla
= Creencia
frente a creencia
= Libertarismo
y religiones sin Iglesia
= A
continuación
16.
= Ninguna
plegaria sin jugarse la piel
= A
los dioses no les gustan las señales fáciles
= La
prueba
17.
= ¿Es
ateo el papa?
= Religioso en las palabras
= A
continuación
LIBRO VIII
RIESGO Y RACIONALIDAD
18.
= Cómo
ser racional con la racionalidad
= Engaño
ocular
= La
ergodicidad primero
= De
Simón a Gigerenzer
= Revelación
de preferencias
=¿De
qué trata la religión?
= «Cháchara»
y «cháchara barata»
= ¿Qué
dice Lindy?
= Lo
no decorativo de la dimensión decorativa
19.
= La lógica de asumir riesgos
= Ergodicidad
= Reiteración
de riesgos
= ¿Quién
eres «tú»?
= La
valentía y la precaución no son valores opuestos
= La
racionalidad, otra vez
= Querer
algunos riesgos
= Empirismo
ingenuo
= Resumen
= Epílogo:
Lo que Lindy me contó
= Agradecimientos
= Glosario
= Apéndice
técnico
= Notas
= Bibliografía
= Índice
analítico y de nombres
FICHA TÉCNICA:
1
Libro
400
Libros
Pasta
delgada en color plastificada
traductor
Antonio Francisco Rodríguez Esteban
Primera
edición
ISBN
9788449335426
Autor
Nassim Nicholas Taleb
Editor
Paidós
FAVOR DE PREGUNTAR
POR EXISTENCIAS EN:
Correo
electrónico:
Celular:
6671-9857-65
Gracias
a Google por publicarnos
Quedamos
a sus órdenes
=
= = = = = = = =
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