EL MAL
1 Libro Autor Rudiger Safranski
Editor TusQuets
Primera edición 2009
¿De
dónde surge el mal y por qué?
Desde
muy temprano aparece la sospecha de que el caos, la violencia y la destrucción
no sólo son el origen de todas las cosas, sino que permanecen latentes en la
civilización. Por otro lado, la pregunta de por qué existe el mal enfrenta a la
humanidad al tema de la libertad. Rüdiger Safranski muestra de nuevo su talento
para convertir la historia de la idea del mal en un viaje apasionante por la
literatura y la filosofía, las religiones y el arte occidentales
EN EL PRÓLOGO:
No
hace falta recurrir al diablo para entender el mal
El
mal pertenece al drama de la libertad humana
Es
el precio de la libertad
El
hombre no se reduce al nivel de la naturaleza, es el animal no fijado, usando
una expresión de Nietzsche. La conciencia hace que el hombre se precipite en el
tiempo en un pasado opresivo; en un presente huidizo; en un futuro que puede
convertirse en bastidor amenazante y capaz de despertar la preocupación
Todo
sería más sencillo, si la conciencia fuera simplemente un horizonte de
posibilidades. La conciencia puede trascender la realidad actual y
descubrir una nada vertiginosa, o bien
un Dios en el que todo alcanza su quietud. Y en todo ello no logra deshacerse
de la sospecha de que posiblemente esta nada y Dios sean la misma cosa. En
cualquier caso, un ser que dice <no> y que conoce la experiencia de la
nada puede elegir también la aniquilación. En relación con esta situación
precaria del hombre, la tradición filosófica habla de una <falta de ser>.
Las religiones nacen sin duda de la experiencia de esta diferencia. La
sabiduría nace sin duda de la experiencia de esta deficiencia. La sabiduría que
puede hallarse en ellas consiste en representarse la imagen de un Dios que
exonera a los hombres de tener que ser unos para otros el horizonte entero y
último. Los hombres pueden dejar de recriminarse recíprocamente por su falta de
ser y de responsabilizarse entre sí por sentirse extraños en el mundo. No
tienen que ser enteramente de este mundo y así pueden mitigar aquella inquietud
acerca de la cual George Buchner decía: <Nos falta algo, no sé cómo llamarlo;
pero no lograremos entre nosotros arrancarlo de las entrañas
¿Para
qué rompernos la cabeza con ello?
El
mal no es ningún concepto; es más bien un nombre para lo amenazador, algo que
sale al paso de la conciencia libre y que ella puede realizar. Le sale al paso
en la naturaleza, allí donde ésta se cierra a la exigencia de sentido, en el
caos, en la contingencia, en la entropía, en el devorar y ser devorado, en el
vacío exterior, en el espacio cósmico, al igual que en la propia mismidad, en
el agujero negro de la existencia. Y la conciencia puede elegir la crueldad, la
destrucción por mor de ella misma. Los fundamentos para ello son el abismo que
se abre en el hombre
El
presente libro: EL MAL O EL DRAMA DE LA LIBERTAD; desbroza
un camino a través de la maleza de las experiencias en torno al mal y de la
reflexión sobre éste. El mal no se halla entre los temas a los que podamos
enfrentarnos con una tesis, o con una solución del problema. En los caminos
necesariamente enredados pueden abrirse perspectivas en algún que otro lugar,
perspectivas que dirigen la mirada hacia horizontes más lejanos
El
camino comienza con algunos relatos del origen, con mitos que hablan sobre las
catástrofes del principio y sobre el nacimiento de la libertad (capítulo 1). Pero el hombre en el que se
despierta la conciencia de la libertad, ¿puede orientarse por sí mismo? El
pensamiento antiguo lo considera capaz de esto (capítulo
2): el cristiano, no. El ejemplo de Agustín (capítulo
3) muestra que en este asunto no se trata solamente de vinculación
moral, sino que la pregunta relativa a cómo puede el hombre permanecer fiel a
la exigencia de trascendencia. La traición a la trascendencia, la
transformación del hombre en un ser unidimensional, es para Agustín el mal propiamente
dicho, el pecado contra el Espíritu Santo. Por tanto, el mal tiene algo que ver
con la obstinación del espíritu y la indolencia del corazón. Schelling y
Schopenhauer todavía se atienen a este punto de vista (capítulos
4 y 5). Ambos afirman que quien traiciona la necesidad metafísica,
menoscaba dramáticamente las posibilidades humanas y se entrega a las luchas de
autoafirmación, carentes de todo sentido. Pero ¿Cómo podemos proteger al hombre
contra el peligro de traicionarse a sí mismo?
¿Cómo
podemos protegerlo contra el mismo?
Agustín
confía en la Iglesia, la institución sagrada. Ahora bien, aunque se haya
disuelto la relación con Dios, puede conservarse la fe en las instituciones
como muestra el ejemplo
El
mal no es ningún concepto; es más bien un hombre para lo amenazador algo que
sale al paso de la conciencia libre y que ella puede realizar. Le sale al paso
en la naturaleza, allí donde esta se cierra a la exigencia de sentido, en el
caos, en la contingencia, en la entropía, en el devorar y ser devorado, en el
vacío exterior, en el espacio cósmico, al igual que en la propia mismidad, en
el agujero negro de la existencia. Y la conciencia puede elegir la crueldad. La
destrucción por mor de ella misma. Los fundamentos para ello son el abismo que
se abre en el hombre
El
presente libro: EL MAL O EL DRAMA DE LA LIBERTAD; desbroza
un camino a través de la maleza de las experiencias en torno al mal y de la
reflexión sobre éste. El mal no se halla entre los temas a los que podamos
enfrentarnos con una tesis, o con una solución del problema. En los caminos
necesariamente enredados pueden abrirse perspectivas en algún que otro lugar,
perspectivas que dirigen la mirada hacia horizontes más lejanos
El
camino comienza con algunos relatos del origen, con mitos que hablan sobre las
catástrofes del principio y sobre el nacimiento de la libertad (capítulo 1)
Pero
el hombre en el que se despierta la conciencia de la libertad, ¿puede
orientarse por sí mismo? El pensamiento antiguo lo considera capaz de esto (capitulo 2): el cristianismo, no. El ejemplo de
Agustín (capítulo 3) muestra que en este
asunto no se trata solamente de vinculación moral, sino de la pregunta relativa
a cómo puede el hombre permanecer fiel a la exigencia de trascendencia. La
traición a la trascendencia, la transformación del hombre en un ser
unidimensional, es para Agustín el mal propiamente dicho, el pecado contra el
Espíritu Santo. Por tanto, el mal tiene algo que ver con la obstinación del
espíritu y la indolencia del corazón. Schilling y Schopenhauer todavía se
atienen a este punto de vista (capítulos 4 y 5). Ambos
afirman que quien traiciona la necesidad metafísica, menoscaba dramáticamente
las posibilidades humanas y se entrega a las luchas de autoafirmación, carentes
de todo sentido. Pero ¿cómo podemos proteger al hombre contra el peligro de
traicionarse a sí mismo? ¿Cómo podemos protegerlo contra él mismo? Agustín
confía en la Iglesia, la institución sagrada
Ahora
bien, aunque se haya disuelto la relación con Dios, puede conservarse la fe en
las instituciones como muestra el ejemplo de Gehlen (capítulo
6) Las instituciones confieren duración, firmeza y límites a los asuntos
humanos. Se trata particularmente de los límites, pues el drama de la libertad
incluye también la voluntad de distinguirse, y distinguirse significa trazar
límites. Con la lucha en torno a la
diferencia y al límite comienzan las relaciones elementales de enemistad (capítulo 7). Nosotros y los otros, el imperio y
los bárbaros; esta división condiciona la dinámica de la historia, que en
consecuencia es también una historia de las enemistades. Las espadas, solo se
convierten en reja en reja de arado cuando han hecho su trabajo. Sin embargo,
también es antiguo el sueño de la unidad pacífica del género humano (capítulo 8). Habla de ello la historia de la
fracasada torre de Babel. Kant sometió este sueño a la comprobación de la
razón. Se atenta a la necesidad de mantener la idea de la unidad, aunque sin
olvidar la altura del salto a la realidad. Rousseau, en cambio, soñó con mayor
entrega (capítulo 9). Se representa la
historia mediante la imagen de la gran comunión. Sin embargo, puesto que el
otro sigue siendo siempre el otro, la exigencia de unidad puede trocarse
súbitamente en el sentimiento de estar rodeado de enemigos. Así le sucedió a
Rousseau, que no asumió la pluralidad como estímulo. Procedió de distinta
manera la tradición del pensamiento liberal, cuyo programa contra el mal
proclama que no será posible mejorar a los hombres, sino que hay que invertir
más bien en la racionalidad de las estructuras (capítulo
10). Lo que decide acerca de sí la historia se desarrolla hacia el bien
o hacia el mal no es la constitución de los hombres, sino la manera de su unión
mutua. Unos insisten en el mercado y la división de poderes, otros en las
relaciones de producción. Pero en ambos casos se infravaloran los riesgos de la
libertad. Hay abismos de la libertad, abismos que los excesos imaginarios del
Marqués de Sade dejan entrever (capítulo 11). En
su ejemplo puede descubrirse aquel mal sólo se quiere a sí mismo y en
definitivamente sólo quiere la nada. Fue la estética de lo terrible la que
exploró esa nada seductora y amenazadora (capítulos
12 y 13), hasta que con Nietzsche el nihilismo entró en la conciencia
completa de sí mismo, proclamándose como sentido de la <gran política> la
voluntad de poder y el trabajo en el <material humano> (capítulo 14). Con Hitler, el sombrío delirio del
siglo se convirtió en seriedad sangrienta (capítulo
15) Hitler representa el último desenfreno de la modernidad. Desde
entonces el último desenfreno de la modernidad. Desde entonces todos podemos
saber cuán carente de suelo es la realidad humana. Cuando desapareció la fe en
Dios, el centro de gravedad se desplazó hacia la fe en el hombre. Pero ahora
hacemos el sorprendente descubrimiento de que la fe en el hombre era más fácil
cuando se emprendía un rodeo a través de Dios
El
penúltimo (capítulo 16) está dedicado a Job,
para ocuparnos mediante su ejemplo con un tipo de devoción que incita a pensar
hondamente. Esta carece de fundamento, y por ello se corresponde exactamente
con el carácter abismal del mundo. Muestra también el tipo de relación que
implica la confianza en el mundo (capítulo 17)
Esta
confianza, ¿necesita buenas razones, o se parece más bien a una promesa acerca
de la cual no sabemos con exactitud si la hemos recibido o la hemos dado?
ÍNDICE:
Prólogo
CAPÍTULO 1
= El
origen y la catástrofe = El
infierno de los dioses de Hesíodo = El
pecado original en la Biblia y el nacimiento de la libertad = La genealogía de las negaciones = Caín y Abel = La carrera del diablo = La expulsión del paraíso y la
fuga hacia la civilización = Noé
= También Dios aprende a vivir con
el mal
CAPÍTULO 2
= ¿Puede
el hombre regirse por sí mismo? = La
antigua confianza en sí mismo = El
poder de la tradición = Sócrates
busca nuevos caminos = La
filosofía platónica de la vida lograda = El
orden del alma y el orden de la ciudad = ¿Se
puede caer del mundo?
CAPÍTULO 3
= La
teoría de Max Weber sobre el rechazo religioso del mundo: el sufrimiento busca
la trascendencia = El
ansia agustiniana de Dios = El
mal como traición a la trascendencia = El
hombre unidimensional = La
advertencia de Einstein sobre la perversión de la ciencia = El pecado contra el Espíritu
Santo
CAPÍTULO 4
= La
historia de la traición a la trascendencia en Schelling = El mal en Dios y el drama cósmico
= La evolución de la conciencia = El hombre como cómplice de la
nada =
El Estado entre la
anarquía y el terror del orden = ¿Por
qué el mundo tiene necesidad de una revelación?
CAPÍTULO 5
=La
voluntad ciega en Schopenhauer como corazón oscuro del mundo = La jungla de la naturaleza y de
lo social = Vida
sin confianza en el mundo = El
misterio redentor de la negación de la voluntad = Instantes
extáticos = La
respuesta de Schopenhauer al mal: desaficionarse del mundo =Pensar en lugar de actuar
CAPÍTULO 6
= Sobre
el sentido de la institución eclesiástica = La
Iglesia de Agustín: una tienda para los peregrinos = Del éxtasis a la institución y a la
inversa = La
institución como protección frente al abismo del Alma = Arnold Gehlen, un regreso de Agustín = El hombre como animal moldeable,
la institución como cáscara = Ascética,
sacrificio y alegría a pesar de todo
CAPÍTULO 7
= El
animal dotado de conciencia se precipita en el tiempo = Thomas Hobbes = La preocupación por la lucha en
torno al reconocimiento
= Caín
y Abel = El
sueño de la unidad del género humano = La
torre de Babel y la unidad del género humano = La
torre de Babel y la razón de su fracaso = El
fundamento y los límites de la moral = El
Estado de Platón y los bárbaros = La
guerra de la dialéctica en Hegel = La
roca primitiva de la enemistad
CAPÍTULO 8
= Kant
y la paz perpetúa = La
humanidad como idea y realidad = La
búsqueda de un fundamento de la historia = Max
Scheler y el genio de la guerra = Filosofía
en la guerra civil = Las
bóvedas que se derrumban en Plessner = Instantes
de decisión = El
enemigo de Carl Schmitt: la propia pregunta como figura
CAPÍTULO 9
= El
hombre bueno y sus enemigos = La
«voluntad general» de Rousseau = Del
sentimiento tranquilo de la existencia a la manía persecutoria = El miedo a la libertad de los
otros =
Fantasías
totalitarias = Rousseau,
juez de Jean-Jacques = La
defensa del refugio en la jungla de lo social = Lo
asocial como el mal
CAPÍTULO 10
= Pluralidad
como provocación = El
optimismo ilustrado = Un
programa contra el mal: el trabajo de la razón y la razón del trabajo = El redescubrimiento del pecado en
Heine =
Concepto positivo y
negativo de libertad = División
de poderes y mercado = Medramos
compitiendo con nosotros mismos
CAPÍTULO 11
= Otra
vez Kant: la liberación moral de la naturaleza = La
naturaleza amenaza con la falta de sentido = El
mal como precio de la libertad = Un
doble sombrío de Kant: el Marqués de Sade = El
orden de los excesos y la cópula sagrada = Juegos
obscenos de la razón = Sade
a la búsqueda del mal absoluto = El
propósito de delito espiritual: la obra escrita
CAPÍTULO 12
= Estética
de lo terrible = La
mirada mala de Flaubert = Los
sueños de Baudelaire sobre el patíbulo = El
corazón de las tinieblas, de Joseph Conrad =Lo
absurdo en Camus = La
náusea en Sartre = La
imaginación, su carrera y sus riesgos = Los
fuegos artificiales del romanticismo = El
destino de la literatura moderna = Un
ejemplo de Nooteboom = El
mal en el arte: su vulnerabilidad por causa de sí mismo
CAPÍTULO 13
= Justificación
del arte en un mundo malo = El
vuelo del pájaro o la solidaridad con las galeras = El síndrome de Tolstoi: no
cantar, sino luchar = Las
tentaciones del arte: la moral, el poder, el mercado = A la búsqueda de la transgresión
de los límites = La
pureza de Kafka = Bataille:
el mal sagrado
CAPÍTULO 14
= La
naturaleza despiadada =El
instinto de muerte en Sigmund Freud = La dicha del conocimiento y la
pérdida de las buenas razones = La
ciencia alegre y el conocimiento insoportable = Las
grandes Ofensas = Nietzsche
y el nihilismo = La
voluntad de poder
CAPÍTULO 15
= El
concepto de lo demoniaco en Goethe = La
sombra de Hitler = Mito
fundacional negativo de Auschwitz = Sistema
en lugar de pogromo = Violencia
caliente, violencia fría = Verdad
y mentira en la política = La
imaginación toma el poder = La
muerte de Dios y la dignidad humana
CAPÍTULO 16
= El
Gran Inquisidor = El
nihilismo del poder. Job, figura de un judaísmo que quiere cerciorarse de sí
mismo después del Holocausto = Job
y las consecuencias = El
ateísmo de Epicuro = La
teodicea de Leibniz = La
solidaridad de Kant con Job = El
fundamento desconocido desde el cual vivimos
CAPÍTULO 17
= La
confianza en el mundo y lo que puede impedírnosla = Mefistófeles ayuda a establecerse
en el mundo = La
aclimatación de Fausto = La
devoción de la naturaleza y su tribulación moderna: la contingencia = Sobre el comienzo = La valentía de ser = El espíritu del cómo – si = Obras que han influido en este
libro
FICHA TÉCNICA:
1
Libro
288
Páginas
En
formato de 22.5 por 14.8 cm
Traducción
Raúl Gabás
Primera
edición 2000
Primera
edición en esta presentación 2020
1997 Carl Hanser Verlag
GmbH & Co. KG Munchen
ISBN 9788490667859
Autor Rudiger Safranski
Editor
TusQuets
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