PORQUE PREFERIMOS VER LA DESIGUALDAD
AUNQUE DIGAMOS LO CONTRARIO
1 Libro Autor Francois Dubet
Editor Siglo XXI
PRIMERA EDICIÓN
LIBRO POR ENCARGO
A
pesar de afirmar lo contrario, nuestras sociedades "eligen" la
desigualdad. Esto, que parece una provocación, es el punto de partida de un
ensayo imprescindible. Si se profundiza la brecha entre el 1% más rico y los
demás, no es sólo por la lógica cruel del capitalismo financiero sino porque
también el 99%, en sus prácticas más cotidianas, genera desigualdades
Todos
los que pueden (los más privilegiados, las clases medias) prefieren vivir en
barrios donde sólo se encuentran con personas afines, y con el mismo criterio
eligen la escuela a la que mandarán a sus hijos, mientras expresan el hartazgo
fiscal de dar sin recibir beneficios proporcionales
Como
contrapartida, los barrios de los sectores populares se perciben como
"zonas peligrosas, amenazantes", al tiempo que los extranjeros
parecen más numerosos, los desempleados "abusan" de las ayudas del
Estado y los jóvenes pobres y sin estudios están siempre "al borde de
delinquir"
Con
argumentos tan filosos como consistentes, François Dubet plantea la urgencia de
afrontar esta situación, en la que los grandes principios que se declaran con
palabras rimbombantes (la democracia, la igualdad) chocan con el fraude y la
evasión fiscal de quienes tienen recursos, con la estigmatización de los más
débiles y con la culpabilización de las víctimas. Para explicar este desajuste,
analiza la crisis que, desde los años ochenta, desmanteló los pilares de la
solidaridad y la integración social: el trabajo, las instituciones ligadas a la
educación, la justicia y la salud, la idea de una nación homogénea y la
creencia en la representación política
El
gran relato de la integración se ha desdibujado, y los individuos están solos y
desconfían tanto de los otros como del sistema en su conjunto. Lejos de la
nostalgia reaccionaria por un mundo perdido, Dubet propone construir otra
representación de la vida social, de la experiencia compartida, a partir de
acciones individuales, de movilización colectiva y de políticas públicas
capaces de generar confianza y sentido de sociedad
Este
retrato es similar al que viven millones de personas hundidas en la marginación
y la exclusión social en casi todas partes del mundo. Al igual que el agua, hoy
la solidaridad es un bien escaso a punto de desaparecer. Este es el sentido del
libro de François Dubet en el que se apunta con claridad que la intensificación
de las desigualdades procede de una profunda crisis de las solidaridades
¿Por
qué preferimos la desigualdad? (aunque digamos lo contrario) es un libro que se
puede ubicar en la tradición francesa de construcción de la idea de igualdad
planteada en 1754 en el Discurso sobre el origen y los fundamentos de la
desigualdad entre los hombres de Rousseau, quien plantea la igualdad como uno
de los ideales de la Francia republicana. La igualdad, en otras palabras, es
uno de los valores que constituyen la nación francesa y que ha permeado
ampliamente a Occidente, al menos como ideal o deber ser. Y aunque este libro
se limita a identificar las raíces que han conducido a la sociedad francesa a
la llamada crisis de las solidaridades estableciendo como eje de discusión las
contradicciones entre la búsqueda de la igualdad social versus la idea de la
abstracta fraternidad como condición para superar las desigualdades injustas,
los argumentos de Dubet son pertinentes para analizar la desigualdad en otras
latitudes del globo, como las sociedades latinoamericanas donde, si bien es
cierto que el individualismo está cada vez más presente como clave para el
éxito, las personas siguen mostrando que conservan una solidaridad arraigada
que se activa frente a catástrofes naturales o cualquier incidente que irrita,
ofende y lastima, pero que finalmente moviliza al colectivo social
Una
de los primeros medios para comprender la persistencia de las desigualdades, de
acuerdo con Dubet, es la existencia de una especie de trampa que conduce a
sostener que hay desigualdades justas y desigualdades injustas, hecho que haría
preguntar en dónde entonces radica la igualdad. En mi opinión, la trampa
estriba en que la desigualdad es una elección racional que impone un pequeño
grupo que controla la mayor parte de la riqueza en detrimento de las mayorías.
Es decir, son las élites políticas y económicas las que deciden qué tan igual o
desigual se puede y se debe ser en la sociedad. Por otra parte, aunque hoy
pareciera que la acumulación ya no es necesariamente resultado del trabajo sino
del dividendo de los réditos de la riqueza heredada, en realidad solo son
novedosas formas de explotación. A decir verdad, las desigualdades y su
multiplicación no son producto de las leyes de la globalización como se podría
creer sino de los mecanismos que se consolidan a partir de la conformación de
redes de relaciones que se constituyen en ideologías y que luego se traducen a
políticas que establecen los grupos en el poder en cada sociedad para mantener
el control y el propio poder
Un
ejemplo de lo anterior es la escuela. Por mucho tiempo esta se ha considerado
como el espacio mediante el cual todas las personas que a ella asistieran
alcanzarían el mismo nivel para acceder y poder competir por las mismas
oportunidades que los otros. Pero, ¿quiénes son los otros si se supone que
todos recibimos la misma calidad de educación? En efecto, la escuela ha sido y
sigue siendo en muchos lugares un mecanismo para el ejercicio de la
democratización segregada puesto que la educación que reciben ricos y pobres es
radicalmente diferenciada, es decir, desigual. Si alguna vez la escuela fue
vista como la plataforma para que luego, a través del mérito, se alcanzaran las
mismas oportunidades entre las personas, esto ha dejado de ser cierto desde
hace bastante tiempo. Hoy la escuela es el lugar predilecto para construir
relaciones, que se espera rindan frutos en el futuro, como sucede en los
colegios y universidades a las que asisten los hijos de los gobernantes en
turno. A la vez, en estos espacios “escolares” se crea una desconexión que
invisibiliza las diferentes realidades en un mismo país. Más aún, en la escuela
se ha ido generando el imaginario social que sostiene que la condición de
pobreza es culpa de los propios pobres. Los medios de comunicación, difusión
del conocimiento o transmisión hacen su parte para la conformación de
estereotipos e ideologías que de acuerdo con Dubet se transforman en prácticas
que legitiman creencias
Dubet
ocupa buena parte del texto en comprender en qué consiste el sentido de la
solidaridad. Para él esta no es una donación de tiempo o dinero que hacen las
personas a otras o por una causa determinada, tampoco es generosidad. En su
juicio, la solidaridad consiste en compartir lo cotidiano, esto es, las
alegrías y las preocupaciones que afectan al colectivo y a la sociedad; se
comparte también la identidad, pero es en este punto donde el autor enfrenta un
dilema pues cómo poder compartir la identidad de ser francés si la sociedad
francesa está compuesta de un crisol de culturas y de identidades que hoy incluso
parecen diluir la francesa. Para resolver este desafío, Dubet plantea tres
pilares en los que se asienta la solidaridad. El primero sería la
interdependencia de las actividades económicas; el segundo, la existencia de un
contrato, y el tercero, la fraternidad
Los
tres pilares pueden resultar poco operativos socialmente, puesto que cada uno
aglutina a todos. Y de nuevo habría que preguntar quiénes son todos. Por
ejemplo, pareciera que construir el tercer pilar daría sitio a una sociedad
multicultural como la francesa, aunque en esta se exacerbe cada vez más el
nacionalismo. En este caso, la solidaridad sería más un ejercicio de inmediatez
frente a un fenómeno determinado ya que, en efecto, ella se desplaza hacia los
individuos y sus necesidades y las políticas de discriminación positiva que
terminan generando exclusión, en lugar de desplazarse entre las instituciones y
la política, lo que generaría bienestar para la colectividad y no solo para
algunos grupos de la sociedad
Aunque
Dubet no lo deja ver del todo, parece que atisba una correlación entre la
solidaridad y la cohesión social en contraposición con la idea de que la
solidaridad produce integración; una idea fundamental, porque la cohesión
social solo se logra con el ejercicio de la justicia. Esta, al menos como la
concibe John Rawls en su Teoría de la justicia, consiste ante todo en reducir
las desigualdades entre grupos sociales, redistribuir de los ricos hacia los
pobres y en buscar el equilibrio del sistema social
Acercándose
a los mecanismos que Dubet propone para reducir las desigualdades se pueden
identificar cuatro, a saber: la igualdad de oportunidades, el reconocimiento,
la construcción de capacidades, y el capital social. Todos se parecen a los
postulados sobre el desarrollo que no han tenido los efectos positivos
esperados, por lo que, a decir verdad, podrían considerarse como casi utópicos,
dado que si bien muchos agentes se ocupan en ayudar a disminuir los efectos de
la pobreza construyendo las capacidades de las personas, resulta contradictorio
que haya individuos con excelentes habilidades y capacidades de autovaloración
pero que se topan con un muro diseñado justamente para que aquellos que
provienen de la pobreza continúen inmersos en ella. Ciertamente, lo que se
requiere no es solo empoderar a las personas, sino de un proceso quirúrgico de
reconstrucción del tejido social e institucional
Por
otra parte, no basta con la construcción del capital social para abatir la
desigualdad, menos aún si a este se le concibe contrapuesto al mérito. Es
decir, al capital social se le ha definido en general como los recursos de los
individuos, los cuales, a su vez constituyen redes de relaciones que
eventualmente les permiten ascender a una mejor posición social, pero no por
sus esfuerzos sino porque pueden acceder a la estructura de poder debida a su
red de relaciones. Esto contravendría por completo a la idea de justicia
Así,
el punto crítico del argumento de Dubet sobre las solidaridades apunta a que la
justicia debe estar en el centro de las instituciones, justamente, esa especie
de canalizador para que todas las personas desarrollen su potencial y obtengan,
en consecuencia, un mejor nivel de vida; sin embargo, para que ello sea posible
se requiere de una precondición adicional que sería la obligada presencia de
una política de la fraternidad
La
política de la fraternidad que incluye la solidaridad requiere no solo
considerar la transformación de las dimensiones económicas y políticas del
sistema social, atraviesa además las dimensiones simbólicas e imaginarias.
Alcanzar una política de la fraternidad demanda el desarrollo de una ciudadanía
plural e incluyente, capaz de reconocer las diferencias
Sin
embargo, la construcción de ciudadanía representa un riesgo para los
nacionalismos cada vez más influyentes en Europa y Estados Unidos. La
fraternidad como libertad y diversidad significa el replanteamiento del imaginario
de las sociedades; es un desafío para inclinar la balanza y hacerla menos
desigual, pero representa por igual el riesgo y la tentación para que mediante
expresiones como la xenofobia y el racismo se excluya y se culpe de todos los
males que impiden la integración de la nación a todo aquel que económica,
social, racial o étnicamente, sea calificado por una élite como diferente
ÍNDICE:
= Introducción
= La
crisis de las solidaridades
1.
= La
elección de la desigualdad
= El
1 % y los demás
= Separatismos
= La
escuela: un caso de escuela
= Competencia
y elitismo
= Culpar
a las víctimas
= El
miedo
2.
= La
solidaridad como condición de la igualdad
= Los
fundamentos de la solidaridad
= Los
relatos de la fraternidad
= Igualdad/fraternidad
= Malestares
en la solidaridad
3.
= De
la integración a la cohesión
= Integración
= El
duelo de la integración
= La
cohesión
4.
= Producir
la solidaridad
= Ampliar
la democracia
= Escenas
democráticas
= ¿Quién
paga, quién gana?
= Un
deber de justicia
= Refundar
las instituciones
= De
la igualdad
=
¿Reconocimiento de qué?
= ¿Qué
tenemos en común?
= La
solidaridad sin fronteras
= Conclusión
= Por
un imaginario de la fraternidad
= Referencias
bibliográfica
FICHA TÉCNICA:
1
Libro
128
Páginas
En
formato de 14 por 21 por .9 cm
Primera
edición 2021
ISBN
9788412448818
Autor
Francois Dubet
Editor
Siglo XXI
FAVOR DE PREGUNTAR
POR EXISTENCIAS EN:
Correo
electrónico:
Celular:
6671-9857-65
Gracias
a Google por publicarnos
Quedamos
a sus órdenes
=
= = = = = =
3 comentarios:
Libro POR QUE PREFERIMOS A LA DESIGUALDAD
Aunque afirmen lo contrario, nuestras sociedades “eligen” la desigualdad
Esto, que parece una provocación, es el punto de partida de un ensayo imprescindible. Si se profundiza la brecha entre el 1% más rico y los demás sectores, no es sólo por la lógica cruel del capitalismo financiero sino porque también el 99%, en sus prácticas más cotidianas, genera desigualdades
Todos los que pueden (los más privilegiados, las clases medias) prefieren vivir en barrios donde sólo se encuentran con personas afines, y con el mismo criterio eligen la escuela a la que mandarán a sus hijos, mientras expresan el hartazgo fiscal de dar sin recibir beneficios proporcionales. Como contrapartida, los barrios de los sectores populares se perciben como “zonas peligrosas, amenazantes”, al tiempo que los extranjeros parecen más numerosos, los desempleados “abusan” de las ayudas del Estado y los jóvenes pobres y sin estudios están siempre “al borde de delinquir”
François Dubet, sociólogo francés nacido en 1946, es director de la Ècole des Hautes Études en Sciences Sociales de París y enseña Sociología en la Universidad de Burdeos II. Heredero de la sociología de Alain Touraine, es uno de los referentes en el campo de la sociología de la educación
Sus investigaciones se centran en la marginalidad juvenil, las desigualdades sociales, la inmigración y el carácter inclusivo o excluyente de las instituciones escolares. Defensor de una escuela inclusiva, dirigió la elaboración del informe Le Collège de I’an 2000. Entre sus libros, cabe mencionar L‘École des chances (2004), Injustices (2006) y Le Travail des sociétés (2009)
Libro POR QUE PREFERIMOS A LA DESIGUALDAD
Libro ¿POR QUÉ PREFERIMOS LA DESIGUALDAD?
Con argumentos tan filosos como consistentes, François Dubet plantea la urgencia de afrontar esta situación, en la que los grandes principios que se declaran con palabras rimbombantes (la democracia, la igualdad) chocan con el fraude y la evasión fiscal de quienes tienen recursos, con la estigmatización de los más débiles y con la culpabilización de las víctimas
Para explicar este desajuste, analiza la crisis que, desde los años ochenta, desmanteló los pilares de la solidaridad y la integración social: el trabajo, las instituciones ligadas a la educación, la justicia y la salud, la idea de una nación homogénea y la creencia en la representación política
El gran relato de la integración se ha desdibujado, y los individuos están solos y desconfían tanto de los otros como del sistema en su conjunto. Lejos de la nostalgia reaccionaria por un mundo perdido, Dubet propone construir otra representación de la vida social, de la experiencia compartida, a partir de acciones individuales, de movilización colectiva y de políticas públicas capaces de generar confianza y sentido de sociedad
Libro POR QUE PREFERIMOS A LA DESIGUALDAD
Libro ¿QUIÉN ES EL AUTOR FRANCOIS DUBET?
François Dubet, sociólogo francés nacido en 1946, es director de la Ècole des Hautes Études en Sciences Sociales de París y enseña Sociología en la Universidad de Burdeos II. Heredero de la sociología de Alain Touraine, es uno de los referentes en el campo de la sociología de la educación
Sus investigaciones se centran en la marginalidad juvenil, las desigualdades sociales, la inmigración y el carácter inclusivo o excluyente de las instituciones escolares. Defensor de una escuela inclusiva, dirigió la elaboración del informe Le Collège de I’an 2000. Entre sus libros, cabe mencionar L‘École des chances (2004), Injustices (2006) y Le Travail des sociétés (2009)
Libro POR QUE PREFERIMOS A LA DESIGUALDAD
Publicar un comentario